miércoles, 2 de octubre de 2013

LA NIÑA ENFERMA (Juan Serrano)




Atada de pies y manos
su boca apenas movía.
Me dijo no sé que cosa
que jamás yo entendería.

Con sus ojos me miraba
sin saber si ella veía;
sólo sé que no ví nada
en sus pupilas vacías.

Sus labios de catañuelas
agradecidos reían:
nunca pude adivinar
la razón de su alegría.

Al rozar su tierna cara,
mi beso en su cara ardía
sin percibir nada a cambio,
tan sólo su piel muy fría.

Los colores de su rostro
crujientes como sandía
mancharon pepitas negras,
negras de sal y acedía.

Los vecinos de su cama,
la enfermera que allí había,
¡ay! algo todos notaban
que la niña no tenía.

En orden todo se hallaba.
La comida se servía,
pero todos bien supimos
que a dolor su pan sabía.

La muñeca que a su lado
con ella se divertía,
tenía bastante claro
lo que la niña escondía:

la inocencia de su infancia,
del sonreír su manía,
el reposar de sus ojos
verdes como la bahía.

¿Por qué los dioses permiten,
ay niña, mi niña mía,
que las estrellas de noche
no brillen a pleno día?


Juan Serrano
de su blog: Blao
27 julio, 2013


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