jueves, 4 de abril de 2013

LA ESPALDA DE LA BELLEZA (Antonio Envid)



AEM


Que yo sepa el único desnudo femenino que pintó Velázquez es la Venus del espejo. Una adorable espalda femenina, pintada con deliciosas carnaciones, que esconde, misteriosamente, su identidad, pues aunque el pintor la representa mirándose en un espejo, éste solo nos refleja un borroso reflejo del rostro, que nos deja en la inopia. Es en la carnación de la pintura y el que nos hurte su rostro y el frente de su cuerpo, en la insinuación, donde radica su sensual erotismo. Un efecto mucho más logrado que si el artista la hubiera retratado frontalmente.

Su contemporáneo Rubens se encargaba, mientras tanto, de repartir carne por aquí y por allá. Ubérrimos senos, matriciales vientres, ebúrneas y mantecosas carnes. Hay una sala del Museo del Prado que a mí siempre me recuerda a una carnicería mostrando con descaro su mercancía.

Desde esta invención de Velázquez toda la pintura posterior se nutrió de tan feliz hallazgo. Muchos pintores imitaron, con mayor o menor fortuna, esa representación del desnudo femenino: el dorso de una joven en su intimidad en despreocupado escorzo. Man Ray fotografía repetidamente la espalda desnuda de una mujer hasta transformarla en un violoncelo, invitando al espectador a arrancarle una dulce melodía. Sin embargo Goya, un discípulo de Velázquez (don Francisco aprendió con Luzán, ya sé, y con Bayeu, también, al menos eso nos dicen los libros, pero lo que aprendió copiando los cuadros de Velázquez para grabarlos, fue su mejor lección) se atreve a dar la vuelta a esa Venus del maestro para convertirla en la Maja desnuda, y, no obstante, no le quita ni un ápice de misterio. Otra bella desconocida, cuyo misterio la hace sublime. Solo la genialidad de Goya ha sido capaz de esta hazaña, teniendo en cuenta que, también, pintó un solo desnudo femenino.

Pero volviendo a la Venus de Velázquez. Resulta que la espalda de la belleza es igualmente bella. No es lo mismo el que la belleza nos vuelva la espalda, ¡eh!, algo sé yo de eso y puedo asegurarles que es cosa bien distinta. Que el dorso de lo bello sea también hermoso desafía las leyes de la física y la teoría del equilibrio de los contrapuestos, echa por tierra todos los conceptos de la cara y de la cruz, del yin y el yang taoísta y del pecado y el perdón cristiano.

Post escriptum (que don Mariano Berdusan, me enseñó, que significa “después de escrito”). Todo esto dicho con permiso de Servando Gotor y Narciso de Alfonso, doctores en esta materia después de haber publicado su reciente libro “Merodeando el desnudo femenino”, a cuyo inapelable juicio me someto.

Antonio Envid


2 comentarios:

  1. la foto es de una escultura de Alberto gómez Ascaso, escultor nacido y residente en Zaragoza.
    Antonio

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  2. Antonio, gracias por tu referencia al maravilloso libro de Narciso. Si bien conviene dejar claro eso: que el autor es él y no yo.
    En cuanto a tu comentario, jocoso y simpático como suelen ser siempre tus trabajos, comparto tu gusto con esa bella espalda y aprovecho para traer a colación este jugoso texto extraido de la web "Gabito Grupos":

    "En la primavera de 1902 Sorolla hace una fugaz escapada a Londres, exclusivamente para contemplar "La Venus del espejo" de Velazquez. Queda profundamente impresionado y escribe: "Velazquez magnifico, a la Venus le sobran cosas". Tambien desde Londres, comenta en una postal, enviada a su esposa, ilustrada con una fotografia del mismo cuadro: "El trozo de carne más humano del museo, es lo que te envia tu Joaquin".
    El gran paisajista Beruete, en una breve misiva, enviada a Sorolla, comenta : "La Venus del espejo soberbia; es el mejor culo que he visto pintado; es la verdad misma en forma y color"
    "Todavia impresionado por la contemplación del famoso lienzo, Sorolla pinta "Desnudo de mujer" en el otoño de ese mismo año de 1902, ya en la plenitud absoluta de su madurez como pintor".
    http://www.gabitogrupos.com/EL_UNIVERSO_DE_LA_HISTORIA/template.php?nm=1353267310

    Por cierto, ese "Desnudo de mujer" de Sorolla también está "merodeado" por Narciso en su libro.

    Saludos.

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