martes, 30 de abril de 2013

VENÉREO, ASQUEROSAMENTE BLENORRÁGICO (Servando Gotor)





Todo empezó al poco de entrar en la vieja compañía de tranvías. 

Dos flores, dos, apostando por un paraíso sin manzanas frente a mí, el joven cobrador aspirante a conductor de la línea veinticinco.

dos 

Y la pelirroja, la más resuelta, riéndose de mí, seguramente por lo grande que me viene el uniforme –pensé entonces y más tarde supe que acerté-.  Sin embargo es la morena con gafitas la que habla:

dos.
sí, dos, ya veo, ¿completo?
no, sólo hasta Noviciado.
los dos, ¿verdad?
sí, los dos 

Y sin previo aviso lo ojos de la pelirroja, bañados en una profunda maldad apenas oculta bajo su tenue sonrisa, me lanzan cegadores rayos:

usted… tú…  ¿no eres de Peligros?

Embobado no hablo, no contesto (¿me conoce?, yo a ella, no, por supuesto, imposible olvidar el aroma a lavanda que en aquel momento me hechiza, ni la sonrisa, ni esos visos de maldad que dibujan sus labios). 

sí, claro, de Peligros
en el estanco, te vi un día en el estanco -dice como sin darle importancia, como arrepentida de haberme hablado. 

Se alejan, se sientan y sonríen.  De vez en cuando vuelven la cabeza hacia mí y murmuran entre codazos mal disimulados. Se bajan en “Noviciado”. 

adiós
adiós

“Noviciado” se despide de nuevo.  Y yo con el rabillo del ojo las veo desaparecer por la acera, a mi espalda, esperando que el tranvía regrese de nuevo a la misma parada una, dos, tres, seis veces, hasta que acabada la jornada vuelvo solitario a mi buhardilla, a experimentar por vez primera las más variadas fórmulas para fabricar sintéticamente los metales, ensayar aleaciones, agitando el crisol, alejándolo, acercándolo a la llama siempre viva. Allí empezará mi búsqueda, la del matiz inalcanzable.  Leo un poema de Byron mientras las estrellas brillan en lo alto y la luna se proyecta en los tejados. 

¡Cuánta belleza!  Todavía formo parte de esta Naturaleza, en que la noche ha sido para mí un rostro más familiar que el del hombre; en cuya sombra estelar de oscura soledad y encanto, aprendí el lenguaje de un mundo diferente.

Y se hace Pentecostés, habitando en mí en ígnea y penetrante lengua: Foen einoe opñsie pindo ge inos didj slieniñagournviñasoekdic iedkura di dkieospaieut djfieñaoie ndinvoeeñasid entos see…. ¿dedd?  ¡Neoeñasdodei vidneisoeñaidfn! ¿Glosolalia o xenoglosia? ¿Acaso, sueco? No, sólo una mezcla, una especie de rapsodia nórdica con ecos babilónicos. Glosolalia, simplemente.

Al llegar a casa, hipnotizado, enajenado, bajo los efectos de aquel hechizo, me relajo con un split y luego escribo mecánica, extáticamente, mi primer soneto en glíglico, sin entender -ni siquiera lo entiendo ahora- cómo demonios en un momento tan místico pude recurrir a algo tan míseramente carnal:

Amor, bómbame las mandias bercandes

y déjame embubar tu rimbo azul,
ascendiendo benco por tu senso rul
hasta que las randias flecquen timbandes.

Axpelúname con todos tus brandes
y deja que te ayumbe con mi arnuz.
Que así abramarás simbia y beniruz
y yo rambaré voraz por tus landes

Y cuando al fin vencalos a la inestra
y tú, con tu bonda tris me avenjices,
ay, bembla, no me hagas la cirestra,

pues ya hurzamos mis monfas ceranquices
arboniando hasta el límite la bestra,
hasta ronjarme de branadas quinces.


Venéreo, asquerosamente blenorrágico, grito al fin vacío y estupefacto.

Servando Gotor
Entre las ruinas del cielo, 2011


lunes, 29 de abril de 2013

EL FLUIR DE LOS DÍAS (Antonio Envid)



sgs


Entre un futuro,
quizá simplemente olvidado,
-La memoria tiene
 terribles agujeros negros-
y un pasado
posiblemente soñado,
hay días que fluyen mansos
como un plácido rio
desembocando en el océano.


A. Envid

domingo, 28 de abril de 2013

TRISTE NIÑA MÍA (Juan Serrano)



Sus ojos de niña
nunca se cerraban.
Nerviosa en la cama
los pies removía.
Su vista trepaba
igual que una ardilla.
¿Quién la desvelaba
que no se dormía?
¿El viento sería,
un buho en la rama,
su loca manía
de ver en la sala
demonios en fila
con cara enfadada,
de azufre encendida
y sangre de babas?
Triste niña mía,
no es triste tu cara; 
es la pena mía
la que triste canta.
Tan desconfiada,
de Dios resentida,
de todos estaba
que no habían caricias
que a ella cansada
dejaran dormida.
Mi niña pensaba
que si la vigilia
al sueño pasaba,
entonces vendrían
feroces fantasmas...
se la comerían,
y ya nunca más
el día vería
mi niña del alba.
Triste niña mía,
no es triste tu cara; 
es la pena mía
la que triste canta.
Abiertas al día
tenía las ventanas,
igual que un vigía
que nunca descansa.
¿Por qué no quería
cerrar su mirada,
quedarse dormida,
entrar en la nada,
y así transducida,
soñar que mañana
su cuerpo jamás
ningún mal tendría?
Triste niña mía,
no es triste tu cara; 
es la pena mía
la que triste canta.
"Cerrar las pupilas
abrir es la entrada
a noche asesina
que todo lo apaga"
-decía la niña
con ecos de plata
que se traducían
en claras palabras
de agua y de brisa,
alegres cascadas.
Sus ojos en rima
de gozo saltaban,
abriendo su mira
danzando cantaban:
"cu cú que la rana
 no tenga vacía
de agua su charca,
¿si no qué sería
del sapo y su larva?
¡Vivir no podrían!
Triste niña mía,
no es triste tu cara; 
es la pena mía
la que triste canta.
La sábana blanca
ella retorcía
rompiendo la lana.
Las flores cosidas,
en rojo bordadas,
su nombre ponían:
sangre disecada,
hielos, seda fina,
telas de mortaja
al suelo caían.
La madre en su falda
callada y hundida
de nuevo bordaba
y recomponía
con letras bien anchas
su nombre de arcilla;
aunque para nada,
mamá bien sabía,
deseperanzada,
que su hilar servía.
Triste niña mía,
no es triste tu cara; 
es la pena mía
la que triste canta.
Que el agua amansada
te deje en la orilla
soñando acostada,
triste niña mía,
para que mañana,
temprano y de día
con una palmada
de amor y de risa
tus ojos se abran.
Triste niña mía,
no es triste tu cara; 
es la pena mía
la que triste canta.




Juan Serrano
de su blog: Blao
27 de abril de 2013 







sábado, 27 de abril de 2013

ESCHERICHIA COLI (JAVI)





Cuando me siento oprimido y pienso en aquellas fuerzas responsables de la opresión, me cuesta hacerme una imagen clara de las mismas, porque ¿qué es al fin y al cabo el poder?, ¿un montón de individuos encumbrados que toman todas la decisiones por nosotros?, no se, un poco abstracto, así que me he puesto a pensar y he llegado a la conclusión de que el poder no es la suma de una serie de individualidades, sino un solo organismo, un organismo vivo dentro del cual vivimos. Un mastodonte insaciable, con un hipertrofiado aparato digestivo, y dentro, nosotros: bacterias intestinales, Escherichia Coli, trabajando desde el nacimiento hasta la muerte para abastecerlo de nutrientes, y alimentándonos de lo que desecha. Horrible imagen, ¿verdad? Sólo me consuela pensar que al fin y al cabo, somos muchas bacterias, y algún día bajará sus defensas. 

Paciencia. 



viernes, 26 de abril de 2013

MERODEANDO A... LA ELEGANCIA EN EL GESTO (Narciso de Alfonso)


sgs


El fotógrafo ha colocado la ventana sobre esta hermosa mujer andante, que tiene un pelo tan negro que, en cualquier momento, puede gotearle noche, y unos labios tan rojos que, en cualquier momento, pueden gotearle sangre oscura. 

Su piel es de color blanco pálido, sin concesiones; tiene las cejas negras en acento circunflejo y los párpados largos y alargados de raya también negra, con unas pestañas espesas y largas como pestañones. No le vemos los ojos de ver ni la mirada y, aunque viste con elegancia, no sabemos si, en efecto, es elegante, sobre todo porque es un asunto de esqueleto, de huesos, de estructura: la elegancia necesita, exige, que la fuerza de la gravedad pueda apoyarse en ciertas prominencias óseas para producir una caída brusca y vertical de las prendas de vestir, algo similar a la caída del agua en la altura de las cataratas. 

Femenina de líneas y con las articulaciones educadas y valientes, no parece estar herida porque los leones no lamen su sombra. Sobre el cabello negro noche se ha puesto un sombrerito aturbantado del color de la sandía, con un broche que es como una estrellita caída. En relación con su ropa de vestir, ha seguido una antigua observación: cuando algo puede ser negro, ¿por qué va a ser de otro color? Lleva la gabardina puesta sobre los hombros, lo que suele considerarse una elegancia, quizá porque así se queda abierta al viento, que puede jugar con ella, poniéndole alas y provocando un como descuido bonito en el vestir. 

Se dice que ya nadie desayuna con diamantes, pero no parece un asunto resuelto por completo. Está hermosa de orejas por dentro, con ese sonar de oído que tienen por dentro las orejas, allí donde huele a sal y hay un pequeño comedor con estorninos. 

En súmula, es una mujer hermosa, subida a sus flores, de pie sobre su sombra y, como la vida, con sus latidos calientes, y su marcha, y sus ondas puntiagudas, y sus plenos aciertos y su cabeza mágica y su punto de eternidad.


Narciso de Alfonso
El Merodeador, IV

jueves, 25 de abril de 2013

ESCRACHEROS Y PAHÍSTAS (Antonio Envid)



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Seguramente hay buenas cosas que importar de Argentina, pero hemos elegido el poco edificante fenómeno del “escrache”. Entre la Argentina que salía de una cruel dictadura militar, donde surgen estas violentas algaradas, y nuestra situación social hay muchas más millas de distancia de las que nos separan geográficamente, pero también, entre las juventudes fascistoides peronistas que protagonizaron los inicios de estas protestas y quienes organizan parecidos alborotos aquí, afortunadamente, hay diferencias esenciales.

Cuando sufrimos una erupción, el médico examina el funcionamiento del hígado, diagnosticando, las más de las veces, una intoxicación. El síntoma revela que algo en nuestro organismo no va bien pero no es la enfermedad, es su manifestación visible, y mal médico sería quien nos despachase con una simple crema para combatir la irritación de la piel sin inquirir el origen de la misma. Pues bien, igualmente ocurre en el cuerpo social, las manifestaciones violentas de descontento revelan una grave incapacidad de nuestra democracia para canalizar el malestar social. Al igual que una olla a presión sin válvula de seguridad, terminará estallando.

En nuestra imperfecta democracia, los políticos se nos dirigen una vez cada cuatro años para pedirnos el voto y una vez obtenido se corta cualquier comunicación posterior. Como casta de eupátridas se recuestan en la tribuna a discutir entre ellos, la mayor parte de las veces de espaldas a la ciudadanía. Un diputado, una vez obtenida su acta, se convierte en un peón de su partido. ¿Qué diputado se dedica a atender las quejas y preocupaciones de la gente de su distrito que lo ha elegido? Y en el caso de encontrar esa rara avis ¿serviría de algo? ¿Sería escuchado por su partido? ¿Podría llevar al Parlamento esas preocupaciones? Muchas cosas hay que cambiar en nuestra estructura política, pero la más urgente es que las listas sean abiertas, y que los candidatos se curren su próxima acta durante los periodos legislativos.

Como el mal médico, se pretende combatir los síntomas, demonizar a los que protestan, acusarles de antisociales, sin hacer nada para entablar un diálogo democrático y civilizado. No entiendan que yo defiendo los modos de esos escracheros y pahístas (mucho menos las broncas formas de la cabecilla de la PAH Ada Colau), pero no se les puede anatemizar sin más. De momento, bueno sería olvidar esa horrible palabreja “escrache”, lunfardiana y canallesca tan ajena a nuestro castellano, más propia de gentes del talego que de ciudadanos civilizados. Me dicen que su origen sería francés, idioma en el que écraser significa aplastar. Pues eso, no se trata de aplastar a nadie.

Antonio Envid Miñana
22 abril 2013












miércoles, 24 de abril de 2013

CORRIENDO LA VIDA EN UN ANDÉN (Ángel Ferrer)


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Corriendo la vida en un anden
tu, te marchas, te marchan
mientras, permanezco a tu lado
en cierta manera, no me iré de ti
a pesar de las manos que avisan
del final del asfalto
 
Estaré contigo mientras el ángulo
se agranda
Así, hija mía, separados y juntos
volaremos


Ángel Ferrer


 

martes, 23 de abril de 2013

SAN JORDI: ¿Está politizado el Día del Libro en Cataluña? (Servando Gotor)


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Lo primero que llama la atención es que San Jordi no sea fiesta en la Ciudad Condal. Lo segundo que, no siendo fiesta, haya tanta gente festejando el Día del Libro. Y, lo tercero y último...  Bueno, voy a ser muy breve. Las aglomeraciones, especialmente, en Las Ramblas, hacen la hermosa ciudad completa y maravillosamente intransitable entre puestos de libros, flores, heladerías y copas.  Pero no...  Me dejo algo más: los garitos; los garitos de los partidos con presencia en Cataluña. El gobierno catalán se ha encargado, además, de poner una gigantesca pancarta en la plaza de Cataluña más grande que la bandera de España en la plaza de Colón de Madrid, que dice textualmente: CATALONIA: EUROPE'S NEXT ESTATE (lema, por cierto, que nada tiene que ver con el mudo recibimiento que acaba de tener Mas en su frustrado intento de visita diplomática por Bruselas).

¿Está politizada la feria del libro en Cataluña?  Yo diría que lo intentan pero no terminan de conseguirlo. No, porque hay algo que arrasa por encima de todo.  El Corte Inglés (Portal del Ángel) tiene montado en la propia avenida una (también) enorme carpa que compite con las de los circos,  pero con más éxito, mucho más éxito...  Oiga, ¿quién firma aquí?,  pregunto a alguien que, libro en ristre recién comprado, forma parte de esa inmensa aglomeración (una fila desordenada que alcanza varias manzanas).  Por Dios, quién va a ser: Jorge Javier Vázquez, la estrella de Telecinco...  Ah, entiendo, claro...  el muchacho ese al que le dieron hace unos años el Premio Ondas. 

Con razón ha dicho Arcadi Espada que el Día del Libro en Barcelona anda mal.  Que, al menos en Madrid, sigue conservando algún prestigio de buenas plumas, pero que con el tiempo también lo invadirán los chicos de la tele.

Por eso digo que aunque los políticos catalanes intenten politizar la feria del libro, contra las estrellas mediáticas lo tienen crudo...  

Aunque, claro, mejor pensado...  ¿No es también esa presencia mediática con esos éxitos masivos otra forma de politización...?   Porque toda esa gente que nutre esas densas e interminables filas... también vota.

¿Y las grandes editoriales?  Oiga, pues es verdad, lo que oí a una alta personalidad de Planeta: sólo algunos títulos y algunos autores salvan los ejercicios económicos, incluso de Planeta.  Y va a ser verdad: vamos a tener que agradecer a estos chicos de la tele y a su ingente masa de seguidores ("y seguidoras") el que, gracias a ellos, las grandes editoriales pueden publicar los deficitarios títulos y autores que de verdad hacen literatura.

Ay qué ver... Nunca acaba uno de asombrarse. Gracias, Planeta. Gracias, Telecinco.  Gracias pueblo que votas. Entre todos vosotros, las televisiones, las editoriales, los gobiernos que votáis y los financieros que mueven los hilos, hemos conseguido llegar a "esto".

Servando Gotor
desdemibarricada


lunes, 22 de abril de 2013

JAVI



JAVI

SEÑOR O SEÑORA (Juan Serrano)





De niño más de una colleja me llevé por llamar de tú a mi padre. Me enseñaron a nombrar a las cosas por su nombre, al pan, pan; y al vino, vino; a mi maestro, de usted; y al gobernador de la provincia, de excelentísimo.

Las palabras esdrújulas siempre se me resistieron. Con la excepción de contados vocablos, como música, bálano y brújula, que eran resbaladizo tobogán por el que el diminuto fardo de mi cuerpo se escapaba: deleite y exploración, tierra fresca donde a gusto me refocilaba, al igual que mi perra en días de adulto acoso y parental asfixia.

Junto a paroxítonos, como excelentísimo e ilustrísima, habitaban conmigo otras voces que, aunque llanas y graves, también estaban llenas de orgullo e hipocresía. Me refiero a términos como vuecencia y señoría. Voces exclamativas y humilladas, tejidas de solicitudes y súplicas, que me transportaban a escenarios donde mi imaginación encogida se preñaba de pasmo entre alfombrados de rojos plantíos, de vasallaje y escarnio. Manadas interminables de adalides e ilustrísimas de alto abolengo y rango con sus capisayos y pendones al cielo desplegaban sus blasones e hidalguías, a fuego de sudores, de gleba y plebe fundidos.

Aquel boato de excelentísimos baldaquinos, reverendísimos palios y oropeles, ahogaron más de una vez la mezquindad de mi infancia diminuta y escasa. Recuerdo una vez que una esdrújula quedó encasquillada en mi garganta, fue la palabralástima; se me atragantó como el zancarrón, al perro; y corriendo me llevaron al albéitar. Fue inútil; y hasta hoy la llevé estrangulada en mi laringe.

Por eso cuando me enteré de que el gobierno había dictado una ley para desterrar el tratamiento de excelentísimo de los salones del pueblo donde en ilegítima lid se había instaurado, aquel antiguo sustantivo de lástima, que de niño quedara fosilizado en mi proletaria garganta, volvió de nuevo a visitarme, pero esta vez, revestido de alegría. Y el hueso que a mi perra le atravesara el galillo, por fin desatrancado, volvió a su adopción legítima: trato justo e igualitario de señor o señora, como corresponde.



Juan Serrano
de su blog: blao
9 octubre 2012










sábado, 20 de abril de 2013

PROPERCIO, EN LA VERSIÓN DE MARIANO BERDUSÁN


LA ELEGÍA: EL YO CONTRA LA MÁQUINA ESTATAL (Servando Gotor) 


Con la intención de acercar las elegías de Propercio al ámbito digital, Lecturas hispánicas publica en este soporte Todo amor es grande, una selecta antología, anotada, traducida y breve y atinadamente comentada por Mariano Berdusán Cabellos, ya en las librerías desde hace casi diez años en una cuidada edición impresa (Libros del Innombrable, Zaragoza, España, 2004). 

Con Propercio, en los albores del Imperio, la elegía acaba por imponerse tras contados pero intensos titubeos por parte de Catulo y los denominados "novísimos" o "neotéricos". Con ello, lo que comenzó siendo mera forma métrica perfectamente definida (el dístico elegíaco, es decir, una estrofa de dos versos: un hexámetro y un pentámetro), acaba por convertirse en un género experimental en el que —como en la novela siglos más tarde— todo tendrá cabida. 

Pero lo más importante es que con la elegía se invierten los valores literarios hasta entonces imperantes: militares, patrióticos y, en definitiva, "educadores" (y defensores por tanto del sistema social o colectivo), todos ellos incardinados en la épica y la tragedia. De modo que si, hasta entonces, la literatura había estado al servicio del Estado y sus personajes eran mitos y héroes colectivos, la elegía, transgresora, se erige (en palabras de Jaime Siles) en una especie de "pre-postmodernidad" con la primacía del yo sobre lo público y, por tanto, de la libertad individual. Por eso ahora se hablará de amor, de amistad, de trabajo, del mercado, del día a día y, en definitiva, de todo lo que acontece en la ciudad, marco éste en el que el súbdito acabará por elevarse con el correr de los tiempos a la condición de "ciudadano". Evidentemente, Augusto ya se encargará de reconducir las cosas hacia sus propios intereses. Y de hecho, más adelante, Virgilio escribirá la Eneida ligando la estirpe de los césares con los dioses, y Ovidio acabará en el destierro, posiblemente por culpa de sus poemas eróticos. Pero la semilla elegíaca plasmada por estos primeros poetas transgresores pre-postmodernos, reivindicadores del yo y la individualidad, quedará ahí para que, primero los juglares provenzales, que tampoco ensalzarán a héroes sino que cantarán al amor cortes, y mucho después —aunque más tímidamente— los románticos, pasen definitivamente el testigo a Baudelaire y desde él a los poetas malditos, ya en el siglo XX. 

Hasta aquí este breve apunte sobre la importancia de la elegía, manifestación poética de la que sin duda Sexto Propercio es el autor más significativo. En cuanto a nuestro impecable traductor, Mariano Berdusán Cabellos, decir que fue el ejemplo de un hombre rebosante de humanidad y humanismo. Su vasta cultura y su dominio de diversas lenguas, vivas y muertas, le permitieron dedicar sus últimos años a la traducción de los clásicos, publicando, además de la que aquí nos ocupa, otra del alemán Friedrich Hölderlin (El sueño imposible, Libros del innombrable. Zaragoza, 2010). Dejó también terminada la primera parte de un interesante y didáctico estudio sobre la lírica latina romana, de próxima —y ya por tanto, lamentablemente póstuma— aparición. Sus motivaciones sociales, culturales y religiosas ―humanas en suma― le suscitaron ya desde muy joven intensas reflexiones sobre cuanto le rodeaba. Reflexiones que, a veces, las convirtió en narraciones aparentemente sencillas pero siempre cargadas de profundidad. Algunas de ellas las recopiló en el año 2010 bajo el título común El Color de mi cristal (Lecturas hispánicas, 2012). 



Servando Gotor





viernes, 19 de abril de 2013

NO SONRÍE CON LOS LABIOS DE LA BOCA (Narciso de Alfonso)

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Desnudo (Vlaho Bukavac, 1910)



Hay una luz en algún lugar: puede que no sea mucha, pero viene y llega y hace el amanecer y, ya sin detenerse, hace la mañana. La belleza es difícil pero, de pronto, esta muchacha está ahí: deliciosa de fresca juventud, dulce y ferviente y encantadora. 

Al tiempo instantáneo de la eternidad le corresponde, ahora, el encuentro con esta muchacha desnuda de hilo blanco, recién resucitada, con su código de barras y su cara de padre y madre, que no sonríe con los labios de la boca. 

Tal vez todavía cabe, tendida, en su extensión femenina, en la longitud blanca de sus íntimos huesos directos e indirectos, en sus hermosas distancias. ‘Quiero saber si la noche ve abajo los cuerpos blancos de tela echados sobre la tierra’ ―dijo el poeta con precisión. 

Como sencillo merodeador, yo aprecio sus evidentes imanes positivos y su alto cutis inmediato; su grato peso de mujer humana y su temperatura de mamífera; sus escrituras sagradas y su portento. Y más: los mechones de pelo castaño atrapados bajo el brazo, que salen salvajes y despeinados como si fuesen el vello axilar de la doncella, tremendos como una melena loca, y que rompen la tibia y pálida armonía, que son un grieta afortunada por donde emerge la peluda irracionalidad y los estropajos interiores con los que quizá limpia a restregones sus astros obedientes y bonitos de muchacha bien. Pelos duros y enredados que son como las barbas de un molusco, dispositivos naturales para aferrarse y proteger sus dulces y larguísimas dependencias. 

Dije tremendo, dije grieta, dije peluda irracionalidad, dije casi, por no llorar –son palabras del poeta.


Narciso de Alfonso
El Merodeador, II


jueves, 18 de abril de 2013

CREDO B (Servando Gotor)




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Creo en un solo Partido, Gran Hermano, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Poder Absoluto, Hijo único del Partido, nacido de las urnas antes de todo comicio: Dios de Dios, Luz de Luz. Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Lider, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los ciudadanos y por nuestra salvación, se instaló en la tierra; y por obra del Parlamento se encarnó en Ejecutivo y se hizo juez. Y por nuestra causa fue guillotinado en tiempos del rey ilustrado; palideció y fue derogado, y resucitó al tercer siglo y subió a los cielos, y está sentado a la cabeza del TC; y ahí se yergue con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Poder Judicial, Señor, dador y quitador de vida, que procede del Congreso y del Ejecutivo, y que con el Congreso y el Ejecutivo recibe una misma adoración y gloria, y que habla por profetas. Creo en su Doctrina, que es una, santa, democrática y autista. Creo en el Sistema, fruto de la doctrina y la estulticia del hombre. Creo en Satanás, en sus obras y en sus pompas: “Ven, Satán, ven tú, el calumniado por curas y reyes, deja que te abrace y te estreche contra mi pecho”. Creo en la lucha contra el machismo y en la muerte del vil padre de familia. Creo en el feminismo, en la mujer sin ataduras familiares, obrera y esclava de Estado y empresa, y convencida, feliz y militante: “Dios te salve, Libre y Madre, Vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados padres de familia, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, verdugo nuestro, vuelve a nosotros esos tus ojos piadosos, y denigra nuestro destierro mostrándonos in vitro el fruto de tu vientre de-PRISA. ¡Oh clemente, oh inteligente, oh liberada, oh Dulce Madre, monoparental, soltera o lesbiana! Ruega por nosotros Hija del Gran Hermano, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Estado. Amén”. Creo en los medios de comunicación dirigidos, subvencionados y controlados por el Poder, el único Poder, Luz de Luz, Bien de Bien y aspiro al regreso de la Cadena Única, pura entre las puras y Verdad de todas las Verdades. Creo en el exterminio de fumadores y bebedores, de asquerosos y grasosos gordinflones y de repulsivas anoréxicas. Creo en la Dirección General de Tráfico, el decomiso de vehículos y el carné por puntos. Creo en la Educación para la Ciudadanía, en la economía intervenida y en los verdes brotes de olivo en torno a una mesa transgénica sin grasas ni alcohol. Creo que el Estado debe conducir por nosotros y que nosotros nos dejemos llevar y nos amemos los unos a los otros como él nos ha amado. Creo en la SGAE, única protectora y generadora de artistas. Creo en Barceló y su cúpula, en el Gran Gay y su cópula. Creo en la familia gay y monoparental, en el aborto y la eutanasia. Creo en la Memoria Histórica y la Alianza de Civilizaciones. Creo en los nacionalismos racistas y excluyentes. Profeso un odio mortal a la Patria. Reconozco y rechazo los males de la Iglesia, abrazo el laicismo anticlerical, creo en el ateísmo y espero la resurrección de los muertos para que, al fin, todos juntos podamos cantar: “El Poder hizo en mí maravillas. Gloria al Poder”. 

Confieso que hay una sola redención para el perdón de los pecados cívicos y espero la reafirmación del Poder Único y la dulce avenida de un mundo global inundado de muertos. Amén.


Servando Gotor
Desde mi barricada


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Ir a Credo (versión A)







miércoles, 17 de abril de 2013

SOMBRA QUE ME ASOMBRA (Antonio Envid)


AEM

Cuando penso que te fuches, negra sombra que me asombras, se escucha en la música ambiental a Luz Casal cantando. Maldita música ambiental, me produce cansancio pensar mientras la música, a menudo chicle, me barrena el cerebro. Música de supermercado tontorreante, estupidicia, para amodorrar las conciencias, continuamente este sonido invade la casa con el objeto de tener nuestros cerebros ocupados. No obstante, rara excepción, estos versos de Rosalía llaman mi atención, porque, precisamente, en este momento comienza a asomar por el zócalo la asidua sombra que me visita diariamente. Es una sombra amable, dulce. Me produce la impresión de haber sido abandonada y que buscase desesperadamente a su dueño, tiene ese aspecto desolado del perro abandonado en la gasolinera.

….Ó pé dos meus cabezales tornas facéndome mofa. La sombra se mueve lentamente, ronronea, trata de seducirme. Yo ya tengo dos sombras, le digo, la buena sombra y la mala sombra, no necesito otra más, no sabría ni donde ubicarte, búscate otro dueño, ya tengo bastante con cargar todos los días con las mías, por las noches las cuelgo en el armario y se están quietecitas, pero por el día son implacables, me siguen a todas partes, me vigilan constantemente, parecen censurar hasta mis acciones más mínimas, carezco de intimidad; los días de sol, los largos días soleados del verano resultan agobiantes. Sin embargo, su desamparo, su abandono, su soledad, esa tristeza que emana de su contorno, esa sensación de vulnerabilidad que produce su inmaterial naturaleza, todo ello me causa un sentimiento de piedad hacia ella. Es como una sombra chinesca sin motivo, sin obra que representar, sin personaje. Sin embargo, todo puede ser muy engañoso, al fin y al cabo, la sombra es precisamente lo que no se ve, lo que se nos oculta, lo que ha de permanecer desconocido, aquello que nos es vedado y prohibido.

Es la sombra de una joven, no cabe duda, vuelvo a darle vueltas a la cabeza y la desazón me recome ¿Es una joven que murió dejando aquí su sombra olvidada y ahora vaga descarnada por este mundo sin comprender su destino? ¿Quizá sea de alguien a quien no le gustara y la cambiara por otra más a su gusto? Incluso pudiera ser una sombra rebelde, disgustada con su dueña, que busca mejor empleo, como esos jóvenes que se escapan de casa sin saber muy bien porqué ni para qué. Demasiadas incógnitas para mi débil mente ¡Y esa música que no deja de sonar, barrenándome el cerebro! Cuando maxino que es ida, no mesmo sol te me amostras...


Antonio Envid.   



martes, 16 de abril de 2013

SOMOS MANOS (Ángel Ferrer)



sgs


Somos manos que atraviesan cuerpos
que los hacen sucumbir
manos que acarician
introduciéndose en tu abismo
que se marchan ante el escepticismo
a su convencimiento

Manos que dibujan en el aire una brisa
cálida, que acompaña
y el viento se marcha con los árboles
traicionado
Manos ensangrentadas que se desdibujan
en los márgenes exteriores de la confianza mutua
manos que caminan no pudiendo dar forma
a nada más que a su propio camino

Manos en la lengua
en el vientre
en el corazón
somos manos con guante de metal
manos que erizan de miedo
de placer, de rabia
manos que se quiebran
que tuercen el discurrir
que alivian el sentir

Manos que te viven apartando el humo
que alejan a nuestros hijos de nosotros
que dan golpes en tiempo futuro
manos que se entrecruzan, que vinculan
que tocan melodías eternas, en la piel
en el espacio, resonando como ecos interminables

Manos que dibujan letras en el aire, en silencio
abanicando el lenguaje de los sordos
Dos manos zurdas, dos diestras, dos centradas
manos sin prejuicios sobre el lado en que se encuentran
manos desnudas, a su vez, desnudando

Manos que acogen la vida obligadas
que sólo rozan objetos fríos
manos que esconden tu cara
que acompañan el dolor
que dibujan un suspiro de amor
somos manos




Ángel Ferrer



lunes, 15 de abril de 2013

PSICOSIS (Alfred Hitchcock, 1960) - Lucía Fraga




("Vivir el cine. 120 películas que no podrás olvidar",
 coord. Miguel Losada, edit. Pigmalión, 2013)


Phoenix, Arizona.
Viernes, 11 de diciembre. 14: 43 h.
Dos amantes en un triste motel
apuran los últimos besos prohibidos
antes de que den las tres.

El amor se alquila por horas
en habitaciones oscuras y enfermizas.
-Ésta es la última vez...
-Necesito verte en cualquier circunstancia.

El calor es asfixiante y se pega al cuerpo
como el animal viscoso de un pantano.
Cuarenta mil dólares al contado sin pestañear.
Un tipo vulgar se jacta de la felicidad y el dinero.


Un sobre blanco espera encima de una colcha oscura
y una maleta corriente sólo con lo imprescindible.
¿Te imaginas, Marion? Debo huir sin mirar atrás.
Papá y Mamá, por fortuna, ya no pueden enterarse.

Ahora ya es tarde. Márchate lejos, a cualquier lugar.
Los faros alucinados en la noche no me dejan ver.
Estoy atrapada: ¿Qué significan esas rayas que
se disparan en mil direcciones?

Rayas. Sólo Rayas. Arriba y Abajo.
Rayas que se clavan en mis ojos.
Rayas Horizontales. Rayas que se parten.
Rayas Verticales como Rejas de una celda.

Marion, te vence el sueño, déjate caer.
Permiso de conducir y Matrícula ANL 709, Arizona.
Ese policía te acusará de dormir.
Pero eso no es ningún delito, ¿verdad?

Olvida el retrovisor o rompe ese estúpido espejo.
Dijiste “sin mirar atrás”: Sigue.
Rayas. Sólo Rayas. Arriba y Abajo.
Rayas que se clavan en tus ojos.


Cash-Car: estúpidos trileros.
700 dólares y su coche: Trato hecho.
¿No quiere probarlo?
¡Eh! –Dios mío- ¡Olvida su maleta!

Todo el mundo habla en tu cabeza:
Me voy a volver loca.
Faros y tormenta. Las ves:
Rayas, más Rayas...¡Están por todas partes!.

Luces de Neón: “Motel Bates. Habitaciones libres”.
Pobre muchacho, tan sólo intenta ser amable.
¡Te he dicho mil veces que no quiero que traigas chicas
y menos que se alimenten de mi comida y de mi hijo!

Disculpe a mi madre, está enferma.
(Siento que los ojos de estos pájaros me atraviesan).
Es algo más que un pasatiempo.
Un pasatiempo es matar el tiempo sin llenarlo.

Co..come, come usted como un pájaro.
Dígalo claro: ¡Manicomio!
Mi...mi madre es inofensiva:
La mejor amiga de un muchacho es su madre.

Buenas noches, Señor Bates.
No, Buenas noches, Norman.
De acuerdo, Norman (Mañana volveré a Phoenix).
Necesitaba sentirme limpia con agua y jabón.

Figura sobre fondo.
Las cortinas blancas de la ducha colorean una sombra.
¡¡¡LAS RAYAS!!!
Una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez...

Adiós, Marion: No extiendas tu mano.
Todo está lleno de huecos: huecos sin ojos, sumideros sin tapón, un cubo vacío...
El muchacho aterrado esconde una mueca
y limpia la sangre del cuarto de baño.

Envuelve el cuerpo casi virginal en un sudario de plástico
y la lleva en brazos como a una novia al atravesar el dintel.
Todo se lo tragará el pantano.
¿Madre, qué has hecho?

Delatarte y conservar algo más que mi nombre.
Norman ya no existe: el muchacho sólo es un niño
que vuelve a las entrañas de un cadáver.
Una mosca. Una manta. Una Madre.
Descubran a la verdadera víctima...


Lucía Fraga

domingo, 14 de abril de 2013

MERODEANDO A... La cuenta venenosa (Narciso de Alfonso)

-

sgs


El arruinado ciudadano, a pesar de que se le han comido todas las flores de la vida, tiene que pasarse, de vez en cuando, por alguna de las sucursales muertas del Banco Exprime, ya sea porque Hacienda le reclama un pico del año 80 del pasado siglo o porque le amenazan con embargarle un hijo si no acepta la quita sin rechistar.

Así que, arrastrando los pies descalzos, se acerca al mostrador donde uno de los innecesarios se está metiendo un billete de los grandes por la oreja: ‘sólo estoy ensayando’ –se justifica- ‘para el Concurso de Magia de Carcastillo’. El ciudadano, que ya no se extraña de nada, y menos de los innecesarios, piensa que es una lástima que la estupidez no duela. ‘Venía a cobrar el paro’, le dice.

El innecesario huele a pocilga o a cloaca, como si criara cerdos dentro de la taza del váter. ‘Veo que su cuenta no sólo es negativa, sino, además, venenosa’ –le dice el tipo al ciudadano, que piensa que la estupidez es fascinante porque no tiene límites. ‘¿Venenosa?’ –le pregunta al innecesario. ‘Bueno, más bien muy venenosa’ –le responde el empleado- ‘habrá que dejarla en cuarentena prolongada, a ver cómo evoluciona el asunto’. ‘¿Prolongada?’ –pregunta el ciudadano, ya sobresaltado. ‘Tranquilo’ –le explica el empleado- ‘si en tres años no ha aumentado el veneno, podemos pensar en liberarla’.

Algunas personas sólo guiñan los ojos para poder apuntar mejor, se dice el torturado ciudadano, que contaba con el dinero para comprar dos sacos de lentejas, que son lo único sólido de la comida de la familia, con la inestimable ayuda de los patatones de Sangüesa. ‘¿Y no se podría hacer algo antes de esos tres años?’ –pregunta el ciudadano, que se ve comiendo la pintura de la pared. ‘Mire, yo siempre doy el mismo consejo: si el dinero no le da la felicidad, devuélvalo’ –contesta el innecesario del Exprime. ‘Pero, ¿cómo lo voy a devolver si aún no ha venido?’ –argumenta el ciudadano. ‘En ese caso, acepte el caos, y rece para que el caos lo acepte a usted’ –concluye el empleado, que dando por acabada la gestión, comienza a meterse un billete de los grandes por la otra oreja. 

‘Fíjese’ –le dice al ciudadano como despedida- ‘me lo meto por la derecha sin sacarme el de la izquierda’.


Narciso de Alfonso
El Merodeador, III

viernes, 12 de abril de 2013

SOMBRAS NADA MÁS (Antonio Envid)



AEM



A quién no le ha ocurrido alguna vez el cruzarse en su paseo con un perro desconocido y que a partir de ese momento el animal te siga insistentemente, de modo obsesivo. Tratas de despistarlo, y nada, el perro te sigue. Cambias de acera y va tras de ti, sorteando el tráfico. Ensayas el alejarlo, se para un momento, te mira extrañado, crees que lo has ahuyentado y cuando te vuelves, ahí está, tras tus pasos. ¿Te ha confundido con su amo? No, los perros distinguen a la gente perfectamente, no solo por su aspecto, su modo de moverse, sino, además, por algo más personal, por el olor, nadie huele igual que otro, al menos para un perro. ¿Ha visto en ti cualidades que le atraen? Sera eso, pero ¿por qué? Porqué tú y no otro cualquiera. Lo cierto es que es bien molesto y crea situaciones muy embarazosas. 

Les cuento esto porque así pueden hacerse una idea de lo fastidioso que pudo resultarme un fenómeno parecido pero mucho más sorprendente. Resulta que una noche volvía a mi casa cuando de pronto descubrí en la pared la impronta de dos sombras: la mía y otra totalmente desconocida. Miré a mi alrededor y no vi a nadie que pudiera proyectar esa sombra anómala. Mi moví con aprensión y comprobé estupefacto que las dos sombras me seguían. Cambié rápidamente de acera pensando que me libraría de aquel extraño efecto óptico, pero ¡qué va!, volvieron a proyectarse ambas sombras en la fachada frontera. Comencé a correr, preocupado, si no asustado, en un intento de alejarme de ese incómodo suceso, pero las sombras adquirían mi misma velocidad. Corría como un poseso, creyendo que mi pesado cuerpo sería más veloz que esas inmateriales cosas. Echando los pulmones por la boca hube de parar al fin y reflexionar que esa era la manera más estúpida de librarme de ese sorprendente fenómeno. Veamos, había tomado un par de cervezas con los amigos, quizá, tres, lo habitual, nada que pudiera afectarme, ni mucho menos, trastornarme hasta el punto de ver alucinaciones. Tampoco había comido nada que pudiera intoxicarme. Los porritos los dejé tan pronto como me sentí completamente adulto, y puedo confesarles con toda sinceridad que no me costó nada abandonarlos, nunca me sentí muy atraído por esa hierba que echaba un humete irritante y pestilente. No era en mí donde había que buscar la causa de tan insólita situación. Traté de serenarme y caminar hasta mi casa resignado a que me siguieran esas oscuridades que reptaban por el suelo y por las fachadas, alargando o achicándose, creando ángulos extraños de modo totalmente caprichoso. Dos compañeros silenciosos y un tanto lúgubres.

La noche, la reina de las sombras, nos engulló a todos. ¿Pero realmente desparecieron mis dos sombras o quedaron agazapadas a la espera de que el alba les diera permiso para saltar sobre mí? La noche fue inquieta, pero no me atreví a encender una luz en la falsa esperanza de que todo hubiera sido un fenómeno óptico creado por no se sabe que causa anormal. Sin embargo, al apuntar el día y abrir las ventanas, ahí estaban, unidas a mí por un extraño hilo de oscuridad. Si salía al pasillo, me acompañaban, si entraba en la cocina, venían tras de mí, en el excusado hube de soportarlas, o ellas me soportaron estoicamente. 

Poco a poco una idea se instalaba en mi cerebro, hasta que lo comprendí todo: una era mi sombra buena, la que me ha acompañado siempre, la que conoce mis actos más íntimos y los disculpa benevolente, la que me ampara, me protege y oculta a los demás mis vicios no confesables; la otra, era mi mala sombra, el saco de todas mis bajas pasiones, de mis miedos, de mis odios, de mi influencia nefasta hacia los demás, que bien por haber sobrepasado su límite, bien por capricho, cansada de ocultarse, se había puesto de manifiesto para darse a conocer a todo el mundo. 

Pronto descubrí que la mayoría de la gente, excepto los niños, proyectan, como yo, dos sombras, y aquí, en esta residencia donde estoy recluido, tengo mucho tiempo para contemplar esta rara manifestación de los demás, incluso me sirve de entretenimiento. La mayoría muestran figuras imperfectas: son cojas o tienen tres pies o tienen una joroba y un gesto picaresco a lo Marty Feldman en el “Jovencito Frankestein”, sombras deformes, reveladoras de vulgares perversiones. Pero algunas son verdaderamente monstruosas, capaces de erizar los cabellos al más pito, y entre ellas sobresale por su abominable aspecto la mala sombra de mi psiquiatra. En fin, me tomaré un sol y sombra y un prozac ahora que no puede descubrirme la enfermera.


Antonio Envid


jueves, 11 de abril de 2013

SORDO DESEO (Juan Serrano)




Mientras leía El túnel de Sábato, iba anotando algunos de los pensamientos y frases que con más fuerza el libro me mostraba. Después de terminar su lectura, volví a releer mis apuntes, y los encontré sacados de contexto, sin sentido, como quien desbarata un puzle y luego es incapaz de darle forma. Así por ejemplo, yo había escrito:

los criminales son inofensivos, 
la vanidad de la modestia, 
la memoria es el museo de la vergüenza, 
el monólogo interior como estructura narrativa, 
manía indagatoria -ensayista- del protagonista, 
forma circular y variada de escribir al estilo de Proust, 
interpretación espiritual de los rasgos físicos,
decir el nombre del otro basta para comunicarse con él,
relación entre pintura y escritura,
sueños, fantasmas y obsesiones,
tedio y pedantería en la novela rusa,
trasfondo velado y múltiple de la simplicidad de las cosas, 
la buena crítica como indicio de que algo no estamos haciendo bien...

Y con mimbres tan inconsistentes y deshilvanados desistí hacer reseña alguna. Dejé mis anotaciones y me concentré en las ideas, -pocas, pero muy significativas- que, sin tener nada que ver con la trama de la novela, a mi me habían llegado como alambicadas por el crisol de la lectura. Y así, al calor, aún reciente de lo leído, en lugar de comentar el libro, me limité a resumir brevemente en tres ideas-fuerza el conjunto del libro: 1) Belleza. 2) Soledad. 3) Amor-odio. En un principio, estos tres conceptos o reflexiones me parecieron entre sí inconexos, pero pronto advertí entre ellos cierta correlación explicativa que me atrevo a transcribir en la siguiente formulación:

La Belleza, por su infinitud y perfección pone de manifiesto nuestra limitación. La belleza, más que mostrarnos su hermosura, nos habla de nuestras carencias, nos aleja de la posibilidad de compartir algo con ella, nos hunde en nuestra soledad. Y esta dual y distante tesitura entre individuo y belleza desata en nosotros la contradición amalgamada de amor y odio. Amor, porque deseamos la belleza con locura. Y odio, porque nuestra pequeñez nos impide acercarnos a su grandeza. Y es en este contexto en el que encuentro sentido a la ya clásica frase de Rimbaud: "Una tarde senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié".


1.- Belleza

El pintor y María. Cap XXVII. Los dos en silencio frente a la eternidad del mar. La mujer muestra su sensualidad y hermosura más fascinante. Sin embargo el hombre se siente profundamente triste: esa tristeza era ineludible, era la misma de siempre ante la belleza. El pintor, ya antes, (Cap. XV) se refirió a María como sol negro. El binomio insignificancia-grandeza, como exabrupto y locus indignus, en lugar de atraerse y fundirse complementariamente como sería lo normal. Y un sordo deseo de precipitarme sobre ella y destrozarla con las uñas y de apretar su cuello hasta ahogarla y arrojarla al mar iba creciendo en mí. (Pag.49). 

2.- Soledad 

"Debe evitar el sabio caer en el pecado de la soledad" (Miguel Espinosa. Historia del Eremita). Y yo que siempre había idealizado la soledad como origen del conocimiento interior, y la había encomiado como virtud, por ser fuente de autonomía personal, vengo ahora a equipararla con ese orgulloso sentimiento de superioridad: deprecio a los hombres, los veo sucios, feos, incapaces, ávidos, groseros, mezquinos: mi soledad no me asusta, es casi olímpica. (pag.38). La novela desde el principio al fin transcurre en ese tenebroso antro en el que la soledad tortura y enloquece a sus víctimas: Existió una persona que podría entenderme. Pero fue precisamente la persona que maté (pag.5). Tengo que matarte. María. Me has dejado solo. (pag.64). Para Ovidio soledad y tristeza iban de la mano. ¿Podríamos atribuir a la soledad el origen de los males en el mundo? No en vano el Eclesiastés llora por aquel que está solo (¡Vae soli!). Y esta mañana de lluvia he visto dos gorriones acurrucados, muy juntitos, protegerse de la tormenta. 


3.- Amor-odio

Cada lector establece una relación particular con los personajes de las novelas en las que, absorbido en ellos, se proyecta y ensimisma. ¿Y quién, ante un amor esquivo, no se ha sentido alguna vez humillado y traicionado en su vanidad como Pablo Castell? Y jugamos al escondite en nuestras relaciones de amor para incitarnos y avivar, y así encender más nuestro deseo. Y luego llega el bajón. ¡Tanto tiempo empleado y pensando en la Dulcinea de nuestros sueños, para que ahora venga Aldonza Lorenzo y ni siquiera nos reconozca! Y es tanta la frustración y el dolor, que el despechado convierte su amor en odio. Y este odio a la persona amada se convierte a su vez en odio hacia nosotros mismos. El pintor confunde, identifica a María con la rumana, la prostituta. Para Pablo, María, su amor del alma, se convierte en obscenidad. E incluso en nuestro enfado llegamos a llamar puta a nuestro amor más encumbrado.


Juan Serrano
de su blog: blao
2 abril 2013





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