domingo, 24 de marzo de 2013

MERODEANDO A... Un tal Mas, qué más (Narciso de Alfonso)




Al parecer, este político catalán necesita tres alas para volar, pero no acaba de descubrir, de averiguar, de saber, dónde tiene que colocar la tercera, de modo que la va cambiando de sitio según el método contrainteligente de ensayo y error.

Después de varias intentonas de vuelo –al parecer experimentales- se ha dado cuenta de que, coloque donde coloque la tercera ala, va arrastrando el culo trasero por el suelo, de manera que, más que volar, va arando la tierra con un solo surco.

La población universal le apoya, naturalmente, como a cualquier pionero que se la juega por la humanidad, pero de momento no levanta el vuelo. En uno de los últimos ensayos serios, respaldado por muchas horas de diseño y simulación, llegó a un resultado tan novedoso y sorprendente que podría considerarse revolucionario: la tercera ala tenía que soldarse a modo de un tejadillo, de una visera, donde, además, podía colocarse publicidad. Aunque la idea parecía genial, no sólo fue arrastrando el culo trasero por los suelos, sino también el morro, que, encima, tendía a clavarse en la tierra roja y esponjosa, al parecer contra toda su lógica aeronáutica y contra toda su previsión de trayectoria de vuelo.

No sólo sus colaboradores, sino también sus familiares más allegados le aconsejan una salida digna, una honrosa solución: que renuncie a la tercera ala. Parece que ha valorado tales sugerencias como una cariñosa pero soterrada traición: considera que, indirectamente, le están diciendo que no es capaz de volar con tres alas, que fue –y dice que sigue siéndolo- el proyecto inicial, el que está a la altura de sus aspiraciones y de su legítima ambición: ha declarado en firme que nunca se conformará con menos y que no se rendirá, convencido de que puede volar con tres alas.

El recién elegido pontífice, el Papa Francisco, llamado a mediar en tan delicada situación, no ha podido hacerlo: cuando se le explicó el audaz proyecto y sus resultados experimentales sufrió un incoercible ataque de risa por el que tuvo que ser trasladado a sus habitaciones privadas después de caerse de la silla papal.

Así están las cosas por el momento; el tal Mas, qué más, ha comenzado a revisar los planos de nuevo y ha declarado extraoficialmente que está considerando que la solución pase por añadir dos alas, de manera que va a intentar el vuelo con cinco alas. Que sea lo que Dios quiera.


Narciso de Alfonso
El Merodeador III


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