jueves, 16 de agosto de 2012

DEBAJO DE LA CAMA (Narciso de Alfonso)

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Heidi está metiéndose debajo de una cama o saliendo de debajo de una cama. Su mirada parece viva o atenta o vigilante o pendiente, tal vez como queriendo asegurarse de que nadie la vea mientras sale o entra. Uno, como sencillo merodeador, lo que aprecia tal vez en primer lugar es el cuidado, la delicadeza con la que Heidi apoya la mano en el suelo de madera.


Por extensión, uno supone que utilizará la otra mano del mismo delicado modo y que, de alguna manera, Heidi es delicada, cuidadosa. Puede que, simplemente, quiera evitar cualquier ruido. El suelo es de tablas de madera que parecen escasamente pulidas y que, ya en el poco espacio que vemos por la ventanita, encajan mal porque tienen distinta anchura.


Está hermosa vestida de blanco y de negro, como la misma cama, con el blanco liso y ceñido de las medias y del vestido y el negro con lazos y puntillas y transparencias. Como el ambiente general parece duro, sufrido y exigente, a uno le gustaría que Heidi se estuviese escapando, al menos durante un rato, a un subsuelo de fantasía y de magia, a algún lugar desenfadado y colorido, con personas extrañas y amables, dadas al baile y al juego. O, con más realismo, que debajo de la alta cama buscara el amor, el clandestino encuentro con su amante, la alegría de los besos y de la piel ardiendo, el regalo del placer.

 





Narciso de Alfonso
del blog
 
 
 

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