lunes, 31 de diciembre de 2012

UN GRAN NEGOCIO DE FIN DE AÑO (Armando Muchabulla)

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-Señores consejeros, tienen ustedes la oportunidad de contratar al mejor especialista en ventas a través de las redes sociales. Mis técnicas de difusión por medio de internet son revolucionarias y se basan en fórmulas desarrolladas por mí y, por tanto, secretas, como pueden comprender. Esta oportunidad solo se les dará una vez en la vida. Deben decidirse, ya que tengo varias ofertas que estoy barajando, aunque preferiría que fuera su compañía quien contara con mis servicios. Tienen de tiempo hasta las doce de la noche de hoy, ni un minuto más, al iniciar el año nuevo vuelo a otro continente. Les pondré un ejemplo para convencerlos: ¿Cuáles creen que han sido los acontecimientos más importantes del año 2012 para el país?

Voces: …la nacionalización de Bankia… ganar la Eurcopa….los recortes del Gobierno….las huelgas generales …. el rescate de la Banca…. las elecciones de Cataluña…

-Bien, señores, no dudo de que estos sucesos han sido de gran importancia en el año que termina, pero ¿son los que mayor difusión han tenido? Puedo decirles, con estadísticas en la mano, que no. Los dos sucesos que han llegado a mayor número de ciudadanos y han copado las conversaciones de todos han sido dos, que yo he promocionado a través de mis novedosas técnicas. El primero fue, en realidad, un ensayo general de mis teorías, ¿adivinan cual?, pues, nada menos que el vídeo de la señora Hormigos, de doña Olvido, la concejala de Los Yebenes ¿a que no lo han olvidado?

Voces: Yo li vi, todos mis amigos lo vieron, incluidas las amigas, claro está…. Yo también, la tía no está nada mal… Hay que reconocer que un asunto tan trivial tuvo una difusión enorme….El ayuntamiento de su pueblo tendría que ponerle una placa conmemorativa, puso a Los Yebenes en el mapa….

Pues ya ven, no era nada más que una prueba general para confirmar mis técnicas, el ensayo de lo que sería la bomba, el lanzamiento definitivo fue el vídeo del Hecce Homo de Borja ¿comprenden ahora lo que les estoy ofreciendo? 


Armando Muchabulla

domingo, 30 de diciembre de 2012

ALBA Y LA CASA EN LO ALTO (Servando Gotor)

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sgs

 
Alba.  Alba y, de nuevo, Satie.  Eso es, las Gonssiennes. Regreso al pasado. También entonces la ciudad se escondía bajo la niebla y el otoño parecía invierno.  Alba. Alba frente a un plato de bisaltos. Siempre quiso a Alba. En uno de sus primeros recuerdos la ve aún niña, en silencio, asomada a la ventana, observando la ciudad…

Sólo las hojas muertas que flotaban por el aire o se amontonaban bajo los desnudos árboles, cobrizas y quebradizas, advertían que el tiempo de las heladas aún estaba por llegar.  También en aquella época la casa de los Stocovick destacaba por encima de la niebla iluminada por el sol en un azul perpetuo.  Y desde la ventana del desván una chica de cabellos dorados –Alba- observaba la ciudad en silencio, imaginando el tráfico, las turbulencias y los sonidos que hervían bajo la sólida capa de niebla. 

Alba. Alba y la casa en lo alto.  Arriba, paz, silencio y austeridad. Abajo, confusión, alboroto y negocios.  “Intrigas”, le decía Alejandro, uno o dos años mayor que ella.


Almacenes Rivas, todo lo que usted necesita:
desde una simple batidora hasta el electrodoméstico más audaz



Servando Gotor
Entre las ruinas del cielo, 2011



viernes, 28 de diciembre de 2012

DESNUDA FRENTE AL ESPEJO (Narciso de Alfonso y Servando Gotor)






De madrugada Paxton andaba por el hotel desorientado y perdido como el guacamayo azul de Juslibol y fue Murdoc quien me abrió los ojos diciéndome si no me había dado cuenta de que a Delgadina no se la había visto en toda la noche pero qué cosas tiene usted Murdoc si todo el mundo sabe que Delgadina se ha ido con el Damián a la suite royal sí sí claro me decía Murdoc claro que han tenido lío pero eso ha sido a mitad de la tarde porque luego usted misma ha podido ver con esos preciosos ojos que el Damián estaba en la cena ¿en la cena? es verdad claro en la cena andaba el Damián comiendo camarones y bebiendo pink champagne on ice como un descosido raro en él que es de Logroño y le priva el Rioja un montón pero como andaba despendolado por el rollo que acababa de tener con Delgadina pasó de sus preferencias es verdad Murdoc dónde se ha podido meter Paxton le pregunté preocupada porque sería demasiado pensar que Delgadina pues eso que hala que después del Damián se liará también con Paxton que no Catalina me decía Murdoc que los tiros no van por ahí que la cosa es mucho peor ¿mucho peor? sí mucho peor que Delgadina anda buscando por todo Blue Bayou a Devy ¿a la niña? si Catalina a la niña que desde que se ha puesto el sol nadie la ha visto cómo que nadie la ha visto Murdoc qué le ha pasado qué le ha podido pasar a la pobre Devy hay que hacer algo tenemos que hacer algo y Murdoc que no que todo sería en vano que su madre ya la habría debido encontrar y que era tarde para cambiar las cosas que this could be heaven or this could be hell y entonces perdí el conocimiento y Murdoc me llevó a su habitación y me tendió en su cama y cuando desperté y me ví allí fue cuando di el grito aquel que se oyó por todo Blue Bayou tranquilícese Catalina me dijo Murdoc tranquilícese que no es lo que usted piensa y lo decía de verdad o yo creí que lo decía de verdad que sus intenciones eran limpias pero mi grito no fue porque estuviera allí Murdoc sino por lo que me había dicho por lo que me había contado de Devy y entonces caí en sus brazos en los brazos de Murdoc aferrándome a él como si fuera el único hombre que hubiera en el mundo como si fuera el primer hombre de mi vida como si todo el dolor que arrastraba desde niña hubiera encontrado por fin aquellos hombros fuertes que siempre anhelé ay Murdoc le dije qué pasa qué está pasando aquí y qué hacemos nosotros que no estamos con Delgadina buscando a Devy y entonces Murdoc me lo contó todo todo me lo contó y sin darme cuenta mis labios ensangrentados de lágrimas se hundieron en los de Murdoc y todo mi cuerpo tembló y vibró encharcado como nunca había temblado ni vibrado anidando en todo él tal asco tal odio hacia Paxton que nunca más volví a hacer el amor encerrándome desde entonces con mis pinturas con esas naturalezas muertas que es lo único que sé hacer para combatir mi asco pero sobre todo mi silencio este silencio que me consume y me devora porque me hace partícipe y cómplice del crimen. 


Y Caty traza sobre el lienzo la curva de su cadera.



Narciso de Alfonso
Servando Gotor

jueves, 27 de diciembre de 2012

LA CULPA FUE DEL ESPEJO (Juan Serrano)

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La culpa la tuvo aquella luna empotrada en la portería de la casa de Cristina. Allí estaba el espejo rectangular y cristalino con sus manos abiertas en la pared, enclavado como un cristo mítico frente a las puertas del ascensor de la gloria. Yo sin darme cuenta, en lugar de entrar al ascensor, traspasé confundido su virtual abertura reflejada en la luna, un iluminado plano de blancura intensa parecido a esa puerta de cuarterones del cuadro de las Meninas en cuyo translúcido vano encontramos a un caballero de capa negra.


Ella me había llamado por teléfono dos horas antes pidiendo ayuda. Le dije que no tardaría. Un ataque de ansiedad y las dudas por separarse de su marido reclamaban mi presencia. Y camino de su casa maquinaba mi estrategia, diré mas bien, comportamiento.

Que se desahogue, la escucharé, seré su colchón, amortiguaré el golpe de su bajón amoroso. No es necesario hacer el amor con una mujer para librarla de su pena. Bastará charlar un rato con ella.

Aunque sinceramente, como sé que nadie va a leer este relato, no tengo reparos en confesar que, si por casualidad se daba la ocasión de acostarme con Cristina para que sus nervios se calmaran, pues santas pascuas, que a nadie le amarga un dulce.


Cristina vivía en el primero derecha. La ventana del salón daba a una plaza amplia y soleada, resguardada al tráfico y lejos del tumulto de los transeúntes de una ciudad rampante y peregrina. Yo ya había estado antes en su casa en un par de ocasiones: aquella vez que la operaron del menisco, y otra con motivo de su cumpleaños en la que nos invitó a un trozo de tarta a unos cuantos compañeros del trabajo.


Pero al llegar a la portería, aquel maldito espejo me deslumbró de manera que fui engullido por su resplandor como una inocente palomilla. Yo no sé a donde el caballero del cuadro de Velázquez llegaría, tras subir o bajar aquellas escaleras del fondo del lienzo, tras ser pintado por el artista. Lo que sí sé es donde yo vine a caer, tras atravesar equivocado aquel espejo del recibidor de la casa de Cristina. Absorbido materialmente por la atracción centrípeta de la luna de cristal, me vi de pronto tendido en un cuarto oscuro de paredes de estaño. Y fue tan fuerte y veloz mi especular caída que escuché como el estruendo de un avión al chocar contra la barrera del sonido: una sarta de mandobles sobre mi cuerpo magullado en el suelo de un sueño de quimeras hecho añicos. Y delante de mí: la furia desencadenada de un hombre disfrazado de espejo, encabritado y celoso, el marido de Cristina, o al mismísimo mayordomo del palacio don José Nieto Velázquez, que no paraban de apalearme con sus palabras de plasma y espuma en medio de un puñado de cristales rotos.


Juan Serrano
(En el blog Blao
26 de enero de 2012)



miércoles, 26 de diciembre de 2012

UNO HA LEÍDO A BRUNNER... (por Bruno Taxil)

SGS

La gente quiere historias prohibidas, y basta.
El cementerio de Praga (Umberto Eco)

(Entrada ya subida el 21/12/10)
Acabo de recibir este anónimo, brutal a mi entender, y lo publico tal cual, con el pseudónimo que incluye.  La imagen que pongo, una de las esculturas del puente de Praga, me viene al pelo, primero porque acabo de leerme El cementerio de Praga, de Umberto Eco y, segundo y principal porque, la verdad, el pseudónimo y el contenido de este envite son tan crudos y reales que enganchan por increíbles.  SGS

Uno le ha leído a Brunner (¿Karl, Konrad, Guido, JJ? Es igual: la precisión es una ordinariez) aquello de que en una situación de anarquía primaria, primigenia, primitiva, el hombre tiene 3 opciones: A: puede producir, comerciar, intercambiar. B: también puede asignar recursos para proteger esta actividad, promover el Estado. C: y también puede vivir del botín, dedicarse a robar como un nómada o un pirata.

A, B, C. Pues bien, Brunner (¿Konrad, Karl, JJ? Qué más da: la exactitud es una vulgaridad) sigue diciendo que en virtud de la mano invisible, el excurso de aquel sentimental de Smith (¿Adam, John, Janiro? Qué importa, la obsesión por el detalle es un signo de pobreza mental), la opción A es un juego de suma positiva (teoría de juegos, ya saben: en los de suma positiva todos ganan; en los de suma cero, si uno gana otro debe perder), la opción C es un juego de suma cero. Para proteger el juego positivo y eliminar el juego cero, se promueve B, el Estado, del que deriva la organización política.

Ya no es necesario tomarse la justicia por la propia mano, pero la contra-partida es clara: se adjudica al Estado el monopolio de la fuerza. Aparece a su vez un objetivo inmediato e importante para los que quieren dedicarse a la actividad C (ladrones, maleantes, piratas, malhechores, mindundis, parias del mundo, nómadas, piernas): la captura de B, ya que si un ladrón puede hacerse con el Estado, la rapiña es mucho más fácil. Así, las estructuras políticas son, en esencia (esencialmente) ambivalentes, ya que en cualquier momento el poder puede quedar en manos de gente que no va a ejercer la actividad B, sino la C (una de las 3 españas ha de helarte el corazón, ya lo dijo el poeta).

Para un liberal, el único juego positivo es A, ya que para él B y C son equivalentes, se identifican. Los socialistas consideran que sólo B es el juego positivo, ya que A inevitablemente se transforma en C: el remedio de todo y la clave de la economía es la actividad estatal –en manos socialistas, se entien-de-. A modo ilustrativo: para un marxista, C es indiscernible tanto de A como de B: solamente por un despliegue dialéctico, A se liberará tanto de B como de C: una sociedad economicista autorregulada que no necesita del Estado.

Es tesis liberal que el político quiere (si no, no sería político) mandar, figu-rar y vivir bien. Y esto es aún peor ya que se trata de vicios públicos, no priva-dos. Todo burócrata, todo el que pertenece a la estructura del Estado, robará (actividad C) por que no es productor (si quiere producir le sale mal). No se tra-ta de un robo corriente. El que quiere mandar y figurar es un derrochador, gas-ta lo que no es suyo. Los socialistas replican: la intervención del Estado es la única manera de compensar la rapiña económica. A través de un sistema im-positivo se consigue la distribución de rentas, es decir, el reparto equitativo del botín que los capitalistas, que son malos, han acumulado. Según los socialistas, si A es igual a C, en la medida en que se controla A se reduce C. Ahora bien, una política basada en redistribuir el botín quizá reduzca C, pero también lleva a la quiebra. Es claro que los argumentos liberales y socialistas se entre-cruzan y que ninguna de las posturas aporta una solución aceptable.

Para los socialistas, sólo las actividades estatales tienen justificación ética: la intervención del Estado en la economía corrige el juego de suma cero. El socialismo en el poder aumenta el intervencionismo estatal, y, a la vez, recaba para sí el monopolio de la justificación ética. De todos los agentes sociales, el único legitimado éticamente es el Estado. La contrapartida es la destrucción de la ética privada. Los únicos sujetos éticos son ellos, precisamente porque remedian las injusticias a que da lugar la iniciativa privada, maligna. El remedio socialista a lo que entiende como egoísmo privado es un remedio sancionador, no es un enderezamiento de la actividad privada que la dote de valor ético. El Estado monopoliza la justificación ética de las actividades sociales.

Sólo la actividad estatal es ética porque se hace en beneficio de los des-poseídos. El Estado construye las carreteras, los hospitales, el Estado distribuye la renta, apoya al débil frente a la prepotencia de los poderosos. Pero la justificación ética del Estado no se comunica a la sociedad ni al individuo. La actividad individual sigue careciendo de ética. El Estado le pone remedio, pero no la sana. El socialismo es aquella doctrina que sostiene que no hay más ética que la pública; hablar de ética privada no tiene sentido; el individuo es inmoral, lo mismo que dice Smith (¿Malcom, James, Adam? Da igual, la manía de la exactitud indica escasa imaginación). Lo único bueno es esa máquina todopoderosa, repartidora de bienestar, solucionadora de las injusticias, que se llama Estado.

No tiene sentido hablar de ética privada: esto es lo más peligroso del planteamiento. La actividad individual no es susceptible de calificación ética. Esto es exactamente lo mismo que decir a la gente: haga usted lo que quiera, todo le está permitido. Cualquier actividad que no repercuta en los demás, que no sea pública, está permitida. El único modo de ser hombre es ser funcionario. El socialismo es liberalismo radical en lo que toca a la libertad privada. De la propia vida cada uno hace lo que quiere, porque su vida en cuanto que es suya es la vida de un animal.

¿Cómo se puede decir que es ética la actividad de un cuidador de anima-les? Si se considera que el hombre en cuanto que individuo no tiene que regir su vida por ningún criterio ético, suministrarle lo que apetece también carece de valor ético.

La crisis de la estructura social basada en que no existe la ética individual afecta a la administración de justicia, al derecho civil y al penal y descontrola el derecho administrativo. En segundo lugar, abre paso a la sociedad de consumo. El manto del Estado providencia se extiende sobre una relaciones sociales abandonadas a su propia insignificancia. El consumo igualitario sin responsabilidad alguna hace también insignificante la iniciativa privada desde el punto de vista de la producción. Los bienes que están justificados éticamente corren a cargo del Estado; las industrias privadas solamente pueden producir chucherías, atiborrar al consumidor de cosas superfluas.

Un ente privado no está legitimado para señalar los errores del político monopolizador de la ética. El Estado providencia ejerce un tutelaje verdadera-mente sorprendente. Dedicado a producir lo superfluo, la capacidad del empresario al que el Estado incapacita para el servicio público, se desvencija.

El consumo separado de cualquier justificación es ahora el pacto social. Cada cual consume lo que quiere con la garantía del Estado. En este pacto hay una petición de principio. ¿De dónde saca el Estado los recursos para asegurar el consumo universal? Se admite que hay un sobrante, pero su reposición no está asegurada.

No se actúa por egoísmo y por ambición, sino por ser hombre, que no es lo mismo. En la medida en que los actos carecen de valor, el ser humano es insignificante. A veces se considera que la ética es un conjunto de deberes onerosos, o una prohibición de lo agradable que impide la autorrealización es-pontánea. Pero la ética es más bien la garantía de la propia dignidad. Un ser sin dignidad es radicalmente contingente y por tanto también es contingente su acción: lo mismo da que haga una cosa u otra; por contingente, su hacer no tiene resonancia.

Bruno Taxil
































martes, 25 de diciembre de 2012

BUKOWSKI EN LA VERSIÓN DE NARCISO DE ALFONSO

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gases

mi abuela tenía un serio
problema de gases
nosotros sólo la veíamos en domingo
se sentaba a comer
y tenía gases
era muy gruesa,
de 80 años.
llevaba su largo broche de cristal,
que es lo que más se advertía
además de los gases.
los dejaba ir justo cuando la comida estaba servida
los dejaba ir en explosiones
espaciadas por un minuto de separación.
ella los dejaba ir
4 o 5 veces
cuando llegábamos a las patatas
y derramábamos la salsa
en la carne.
nunca nadie dijo nada,
especialmente yo.
tenía 6 años.
solamente hablaba mi abuela.
después de 4 o 5 explosiones
decía de una forma displicente,
"¡os voy a enterrar a todos!"
no me gustaba mucho:
primero se tiraba un pedo
y después decía eso.
esto sucedía cada domingo.
era la madre de mi padre.
cada domingo era la muerte y los gases
y el puré de patata y la salsa
y ese gran broche de cristal.
aquellas comidas de los domingos
acababan siempre con pastel de manzana y
helado
y un gran argumento
sobre una cosa u otra,
finalmente mi abuela salía corriendo
para coger el rojo tren de vuelta a
Pasadena
un lugar pestilente a una hora
y mi padre se paseaba
ventilando un diario en el aire y
diciendo, "¡es toda esa maldita col fermentada
que ella come!"



Bukowski
(Versión de Narciso de Alfonso)


"Espíritu Navideño" (Fabiola)

<<(...) No importa lo que te ocurra, tienes que ser feliz, es Navidad.
Con la mirada perdida entre churriguerescos escaparates y espumillones
inútiles colocados por todas partes; esquivando a hombres vestidos con
estúpidos trajes de un tipo americano que también se cubrió de gloria;
intentas aislar tu mente de lo que realmente te preocupa y buscar un
regalo con el que ganarte el cariño del que lo reciba, alguien que te
apreciará por momentos, mientras sea rentable para su felicidad. Con
las manos llenas y el bolsillo vacío, te diriges a casa de tus
abuelos, donde va a tener lugar la anual reunión familiar. No importa
si el del plato de enfrente es el pariente al que has criticado
durante el resto del año y empezarás a poner verde a partir del día 8,
tampoco importa si no tienes hambre o ganas de comer; simplemente hay
que sentarse en una mesa con la que podría alimentarse la población de
El Salvador durante un mes y medio, sonreír ante los nefastos chistes
del típico tío que trata de hacerse el gracioso sin aproximarse a
conseguirlo, y refugiarte en el último recurso de tratar de ver una
gala de televisión sin lograr escucharla debido a las voces del resto
de los invitados que no han parado de beber sidra desde las nueve de
la noche. Da igual lo que haya ocurrido antes o lo que ocurra después.
Es Navidad.
Sin embargo, de no ser por la pesadez de mi estómago, los cánticos de
los vecinos de arriba y el afeminado abeto que me está mirando por
encima del hombro, nadie diría que lo fuera.


(...) Ahora es Navidad. La felicidad es gratuita, se regala en
carteles publicitarios, en anuncios de la televisión, en deseos
mecánicos. Es tu deber ser feliz en Navidad, no es cuestionable: no
importa lo que te pase, hoy toca ser feliz. Es el espíritu de la
Navidad.
Hoy ese espíritu me ha abandonado. Pero no me preocupa, seguro que
mañana el olor a mazapán me devuelve la ilusión, sorprendiéndome al
tararear una melodía monocorde y repetitiva. Campana sobre campana,
todo será otra vez verde y rojo. Tomaremos las uvas guiados por un
ancestral reloj, rogando al editor de nuestras vidas que se porte bien
con nosotros. Llegarán los Reyes Magos con sus coloridos presentes, y
nos traerán el cariño materializado de las personas que nos quieren y
de todas aquellas a los que les somos útiles para completar su
felicidad. Entonces volverán a llevarse todas nuestras entrañables
costumbres y las esconderán hasta el año que viene. Hasta que vuelvan
tendremos una cierta libertad de pensamiento.
Pero ahora no. He cometido un error al escribir todo esto. Ha sido
reconfortante, pero no era el momento. Un hombre debajo del balcón
rasga sus cuerdas vocales repasando las fechas nacionales y pidiendo a
una tal María que saque la bota para emborracharse. Tendré que unirme
a sus desafinadas notas. Ahora no es tiempo de andar con cavilaciones,
que ande la Marimorena. Hoy hay que ser feliz. Hoy es Navidad.>>

(Extraído de "Espíritu Navideño" - Fabiola A.M., 2004-)

lunes, 24 de diciembre de 2012

EN EL PORTAL DE BELÉN (Antonio Envid)

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-Qué quieres que te diga, José, pero eso de que la mula y el buey estén por ahí dando vueltas, como perro sin amo, sin dejarlos entrar, me parte el corazón. Además, que esto ni parece un belén ni nada, sin ellos, que ya han marchado unos pastores diciendo que se habían equivocado de Nacimiento. Qué está todo muy desangelado.

-Si es por ángeles, María, no hay problema, pedimos media docena más, que no nos cobran nada y son muy cariñosos.

-Déjate de ángeles, José, que andan por aquí revoloteando y levantan unas corrientes de aire que nos resfriarán al chiquillo. Desde luego, para una vez que dices algo, dices una tontería.

-Mira, María, no me vengas con más problemas, que bastante tengo con llegar a fin de mes con el taller, que ya sabes como estamos los autónomos, entre tanto impuesto y tanto impagado y tanto papeleo. Es que aquí no paga… iba a decir ni Dios, pues lo digo. Y lo que nos faltaba, que van a subir otra vez la electricidad.

-Pero, José, si tú no tienes ninguna máquina eléctrica, si todo lo haces a mano, que eres más antiguo que la Biblia.

-Da igual, de los asuntos de la divinidad se ocupa el chico.

-Tiene razón tu padre ¿Porqué no pueden estar este año la mula y el buey, como siempre? ¡A ver!

-Es que ha dicho el Papa que no pueden estar.

-El Papa, el Papa, vaya excusa ¿Pues no es un mandao vuestro? ¿Qué tiene que decir el Papa? Lo que le digáis.

-Es que lo ha puesto el tito y no puedo desautorizarlo.

-Desde luego ¡vaya familia! Somos tres y opinamos cuatro. 
 

Antonio Envid 



    

sábado, 22 de diciembre de 2012

JACINTO CONTRERAS RECIBE SU PAGA EXTRAORDINARIA: SENTIMENTAL FABULILLA DE NAVIDAD (Camilo José Cela)


Fotografía: Francesc Catalá Roca





A Jacinto Contreras, en la Diputación, le habían dado la paga extraordinaria de Navidad. A pesar de que la esperaba, Jacinto Contreras se puso muy contento. Mil doscientas pesetas, aunque sean con descuento, a nadie le vienen mal.

-Firme usted aquí.

-Sí, señor.

Jacinto Contreras, con sus cuartos en el bolsillo, estaba más contento que unas pascuas. ¡Qué alegría se iba a llevar la Benjamina, su señora, que la pobre era tan buena y tan hacendosa! Jacinto Contreras, mientras caminaba, iba echando sus cuentas: tanto para unas medias para la Benjamina, que la pobre tiene que decir que no tiene frío; tanto para unas botas para Jacintín, para que sus compañeros de colegio no le pregunten si no se moja; tanto para una camiseta de abrigo para él, a ver si así deja de toser ya de una vez (las zapatillas ya se las comprará más adelante); tanto para un besugo (gastarse las pesetas en un pavo, a como están, sería una insensatez sin sentido común), tanto para turrón, tanto para mazapán, tanto para esto, tanto para la otro, tanto para lo de más allá, y aún sobraba dinero. Esto de las pagas extraordinarias está muy bien inventado, es algo que está pero que muy bien inventado.

-¿Usted qué piensa de las pagas extraordinarias?

-¡Hombre qué voy a pensar! ¡A mí esto de las pagas extraordinarias, es algo que me parece que está la mar de bien inventado!

-Sí, eso mismo pienso yo.

Jacinto Contreras, para celebrar lo de la paga extraordinaria -algo que no puede festejarse a diario-, se metió en un bar y se tomó un vermú. Jacinto Contreras hacía ya más de un mes que no se tomaba un vermú.

-¿Unas gambas a la plancha?

-No, gracias, déjelo usted.

A Jacinto Contreras le hubiera gustado tomarse unas gambas a la plancha, olerlas a ver si estaban frescas, pelarlas parsimoniosamente, cogerlas de la cola y, ¡zas!, a la boca, masticarlas despacio, tragarlas entornando los ojos...

-No, no, déjelo...

El chico del mostrador se le volvió.

-¿Decía algo, caballero?

-No, no, nada..., muchas gracias..., ¡je, je!..., hablaba solo, ¿sabe usted?

-¡Ah, ya!

Jacinto Contreras sonrió.

-¿Qué le debo?

En la calle hacía frío y caía un aguanieve molesto y azotador. Por la Navidad suele hacer siempre frío, es la costumbre. Jacinto Contreras, en la calle, se encontró con su paisano Jenaro Viejo Totana, que trabajaba en la Fiscalía de Tasas. Jenaro Viejo Totana estaba muy contento porque había cobrado su paga extraordinaria.

-¡Hombre, qué casualidad! Yo también acabo de cobrarla.

Jenaro Viejo y Jacinto Contreras se metieron en un bar a celebrarlo. Jacinto Contreras, al principio, opuso cierta cautelosa resistencia, tampoco muy convencida.

-Yo tengo algo de prisa... Además, la verdad es que yo ya me tomé un vermú ...

-¡Venga, hombre! Porque te tomes otro no pasa nada.

-Bueno, si te empeñas.

Jenaro Viejo y Jacinto Contreras se metieron en un bar y pidieron un vermú cada uno.

-¿Unas gambas a la plancha?

-No, no, déjelo usted.

Jenaro Viejo era más gastador que Jacinto Contreras; Jenaro Viejo estaba soltero y sin compromiso y podía permitirse ciertos lujos.

-Sí, hombre, sí. ¡Un día es un día! ¡Oiga, ponga usted un par de raciones de gambas a la plancha!

El camarero se volvió hacia la cocina y se puso una mano en la oreja para gritar.

-¡Marchen, gambas plancha, dos!

Cuando llegó el momento de pagar, Jenaro Viejo dejó que Jacinto Contreras se retratase.

-Y ahora va la mía. ¡Chico, otra ronda de lo mismo!

-¡Va en seguida!

Al salir a la calle, Jacinto Contreras se despidió de Jenaro Viejo y se metió en el metro, que iba lleno de gente. En el metro no se pasa frío, lo malo es al salir. Jacinto Contreras miró para la gente del metro, que era muy rara e iba como triste; se conoce que no habían cobrado la paga extraordinaria; sin cuartos en el bolsillo no hay quien esté alegre.

-Perdone.

-Está usted perdonado.

Al llegar a su casa, Jacinto Contreras no sacó el llavín, prefirió tocar "una copita de ojén", en el timbre (to ring the doorbell very lightly-as if with a glass of brandy). A Jacinto Contreras salió a abrirle la puerta su señora, la Benjamina Gutiérrez, natural de Daimiel, que la pobre era tan buena y tan hacendosa y nunca se quejaba de nada.

-¡Hola, Jack!

La Benjamina, cuando eran novios, había estado una vez viendo una película cuyo protagonista se llamaba Jack, que ella creía significaba Jacinto, en inglés. Desde entonces siempre llamaba Jack a Jacinto.

-¡Hola, bombón!

Jacinto Contreras era muy cariñoso y solía llamar bombón a la Benjamina, aunque la mujer tenía una conjuntivitis crónica que la estaba dejando sin pestañas. 

-He cobrado la paga extraordinaria. La Benjamina sonrió.

-Ya lo sabía.

-¿Ya lo sabías?

-Sí; se lo pregunté a la Teresita por teléfono.

La Benjamina puso un gesto mimoso y volvió a sonreír.

-Mira, ven a la camilla, ya verás lo que te he comprado.

-¿A mí?

-Sí, a ti.

Jacinto Contreras se encontró al lado del brasero con un par de zapatillas nuevas, a cuadros marrones, muy elegantes. -¡Amor mío! ¡Qué buena eres!

-No, Jack, el que eres bueno eres tú ... Te las compré porque tú no te las hubieras comprado jamás ... Tú no miras nunca por ti ... Tú no miras más que por el niño y por tu mujercita...

Jacinto Contreras puso la radio y sacó a bailar a su mujer.


-Señorita, ¿quiere usted bailar con un joven que va con buenas intenciones y que estrena zapatillas?

-¡Tonto!

Jacinto Contreras y la Benjamina bailaron, a los acordes de la radio, el bolero Quizás, que es tan sentimental. La Benjamina, con la cabeza apoyada en el hombro de su marido, iba llorando.

La comida fue muy alegre y de postre tomaron melocotón en almíbar, que es tan rico. La Benjamina, a cuenta de la paga extraordinaria, había hecho unos pequeños excesos al fiado.

-Y ahora te voy a dar café.

-¿Café?

-Sí; hoy, sí.

Mientras tomaban café, Jacinto Contreras, con el bolígrafo, fue apuntando.

-Verás: unas medias para ti, cincuenta pesetas.

-¡No seas loco, las hay por treinta y cinco!

-Bueno, déjame. Una barra de los labios, con tubo y todo, otras cincuenta.

-Anda, sigue, los hay por treinta y duran lo mismo.

-Déjame seguir. Llevamos cien. Unas botas para el Jacintín, lo menos doscientas. Van trescientas. Una camiseta de abrigo para mí, cuarenta pesetas... Hasta lo que me dieron, menos el descuento y los dos vermús que me tomé ... ¡Tú verás! Queda para el besugo, para turrón, para mazapán, para todo, ¡y aún nos sobra!

Jacinto Contreras y la Benjamina se sentían casi poderosos.

-¿Hay más café?

-Sí.

Jacinto Contreras, después de tomarse su segundo café, palideció.

-¿Te pasa algo?

-No, no...

Jacinto Contreras se había tocado el bolsillo de los cuartos.

-¿Qué tienes, Jack?

-Nada, no tengo nada...

La cartera donde llevaba el dinero -una cartera que le había regalado la Benjamina con las sobras de la paga de Navidad del año pasado- no estaba en su sitio.

-¿Qué pasa, Jack? ¿Por qué no hablas?

Jacinto Contreras rompió a sudar. Después besó tiernamente a la Benjamina. Y después, con la cabeza entre las manos, rompió a llorar.

Hay gentes sin conciencia, capaces de desbaratar a los más honestos sueños de la Navidad: comprarle unas medias a la mujer y unas botas al niño, comer besugo, tomar un poco de turrón de postre, etc.

Fuera, el aguanieve se había convertido en nieve y, a través de los cristales, los tejados y los árboles se veían blancos como en las novelas de Tolstoi...






de La penúltima novela
(Café de artistas y otros cuentos
Bibloteca Básica Salvat, 1969)






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viernes, 21 de diciembre de 2012

ELOGIO A UN BUEN HOMBRE (Antonio Envid Miñana)

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Bien Juan, ya ves lo que has conseguido, ni figuras en la Enciclopedia Británica, ni en el libro de los Ginnes, ni en el Ghota, o sea, que tranquilo, a estas alturas ya no vale esforzarse. Fúmate un puro y tómate una copa para celebrarlo.

Por el contrario: has demostrado tu total incapacidad para los trabajos mecánicos, no eres ni especialmente virtuoso, ni sabio, de modo que nadie espera nada excepcional de ti. Fúmate un puro y tómate una copa para celebrarlo.

Nunca has desempeñado un cargo importante, de forma que tus errores no han dañado a nadie, quizá a ti mismo, pero tú sabrás disculparte fácilmente. Fúmate un puro y tómate una copa para celebrarlo.


Tampoco has sido ningún criminal, ni has tenido grandes vicios, por tanto, tampoco nada de que arrepentirte en esta última etapa de tu vida. No necesitas penitencias ni otras zarandajas. De modo que fúmate un puro y tómate una copa.

Nunca has querido ser un ejemplo, ni siquiera para tus hijos. Has tenido la suficiente cordura para no desear que tus hijos fueran como tú. ¡Cuántos cretinos se han esforzado para que sus hijos se parecieran a ellos! Lo peor es que muchos de ellos lo han conseguido. Fúmate un puro y tómate una copa para celebrarlo. 

Concéntrate en lo que importa: supervisa las nubes, mira atento el vuelo de las moscas, busca un carasol en invierno y un sitio fresco en verano para tomarte una copa y fumarte un puro. Tú sí que sabes.



Antonio Envid


miércoles, 19 de diciembre de 2012

DOLOR DULCE (Juan Serrano)

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Al ver la cara de la santa pienso que entre el amor espiritual y el humano no hay distinción alguna; y que el amor, si existe, es uno, infinito e indivisible. Y su gusto sabe a eterno, sin llegar a serlo. Y que el amor y la muerte tienen algo en común. Será por el parecido entre la eternidad y la nada. Y por eso repetimos, repetimos el coito sin jamás hartarnos.

Y queremos abstraernos del tiempo. Consumar sin consumar el éxtasis, hacerlo interminable. Y una niña de apenas seis años dice que el infinito es comerse una tarta que no se acaba nunca. Y yo le digo a la niña que no hay en el mundo confitero con nata suficiente...

Y de nuevo me fijo en la expresión orgásmica de la santa, y no llego a saber si Teresa está dolida o gozosa. O es que quizá el amor (el genérico, el que no existe, el que a diario (?) gastamos los mortales), tal vez sea agridulce, entre espinoso y suave.

Y todo esto me vino al leer este texto del Libro de la vida (cap.29) de Teresa de Ávila:

Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aún harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo al su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento.


Juan Serrano 
(En el blog Blao
20 de octubre, 2012)



martes, 18 de diciembre de 2012

BUSCANDO (Narciso de Alfonso)

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sgs


Ando por los montes buscando un poco de agua, un motivo para vivir, pero sólo encuentro árboles secos, cabras perdidas, piedras extrañas.

Voy buscando un columpio, una flor, una escuela, pero sólo encuentro pasajeros extraviados, papeles rotos, puertas cerradas.

Yo busco mi persona y sólo encuentro lechugas, algún sapo muerto, un caracol que huye.

Busco mi dignidad, el orgullo de ser hombre, y sólo encuentro un vinagre, un dinero, un viento herido.

Busco mi integridad, mi identidad, mi esencia elemental, pero sólo encuentro tierras húmedas, iglesias destruidas, zonas de muerte.

Busco la infancia, mi voz, y sólo encuentro luces apagadas, comida vieja, flores feas.





Narciso de Alfonso
Cuescos


lunes, 17 de diciembre de 2012

LA GIMNASIA, LA MAGNESIA Y LOS DESAHUCIOS (Antonio Envid)

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El Gobierno ha aprobado, quizá, las únicas medidas que podía tomar en el tema de los desahucios, remediar algunas situaciones límite y prometer un fondo de viviendas para alquileres sociales. En el proceso de recapitalización en que se encuentran bastantes entidades bancarias españolas, poner impedimentos legales para que recuperen sus créditos (porque al fin, una hipoteca no es más que una garantía de cobro de un préstamo) supondría un jarro de agua fría sobre los poco animados inversores.

En esta gran ceremonia de la confusión en que estamos inmersos todo se mezcla para crear oscuridad. En primer lugar, quien contrae una deuda sabe que ha de pagarla, aunque sea a largo plazo y tenga el optimismo de un don Juan: “cuan largo me lo fiáis”. No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, advierten nuestros clásicos. En tiempos más cabales la familia que solicitaba una hipoteca era de inmediato estigmatizada; en el casino se comentaba en voz baja, fulano ha pedido una hipoteca sobre sus fincas…, todo el mundo consideraba aquello como un indicio de próxima bancarrota y mala administración. Quien habiendo obtenido un préstamo voluntariamente con la garantía de su vivienda, no hace frente a sus obligaciones, no tiene porque asombrarse de que su acreedor ejecute esa garantía; otra cosa es ir en contra de la seguridad jurídica que debe presidir todo orden social. Asunto distinto es, y esto es lo que viene a decir el dictamen de la abogada general del Tribunal de Justicia de la UE, Juliane Kokott, que todo este proceso se rodee de malas prácticas y abusos por parte de la banca. No confundamos pues la magnesia con la gimnasia, y si nos ponemos castizos, el culo con las témporas.

Lo verdaderamente aberrante es que un banco prestamista cobre a su cliente unos intereses de demora del 19 o el 20%, que le imponga unos costos de ejecución hipotecaria estimados arbitrariamente de hasta un tercio del capital prestado, que estas mismas entidades hayan creado una vana ilusión en su clientela presentando unas tasaciones fantásticas y fraudulentas, etc. etc. En otras épocas, ya digo, más cabales, esto habría sido tachado de usura y castigado hasta con la excomunión. Precisamente las Cajas de Ahorro, esas Cajas que imponen esas leoninas condiciones a sus clientes, se fundaron para evitar los abusos de usureros sin entrañas. ¡Ay, si el Padre Piquer levantara la cabeza, volvería avergonzado a su tumba!

No es defendible la actuación de las entidades financieras en este asunto. Yo siempre he sostenido que la ética es el factor más rentable de los negocios, que cuando se habla de empresas sostenibles hay que hacer hincapié en que su comportamiento hacia la sociedad, sus empleados, sus clientes y proveedores, sea ético, solo así podrán ser sostenibles en el tiempo. Cuando falta la ética, cuando el negocio omite las consideraciones morales en un afán de lucro inmediato, llegamos a situaciones de quiebra y debacle como la actual. En los últimos años las entidades financieras españolas han demostrado un desprecio total por los valores morales digno de reproche social, pero eso nada tiene que ver con el proceso jurídico de recuperación forzosa de las cantidades prestadas, salvo que estemos dispuestos a sufrir las consecuencias: ver como los mercados internacionales aumentan su desconfianza en la Banca española, cerrándoles todavía más sus puertas, dando una vuelta de tuerca a nuestra asfixiada economía tan escasa de financiación. Evítense las malas prácticas y los abusos, modérense los intereses moratorios, ajústense las costas del procedimiento, siéntese la mano sobre esas sociedades de valoración que se han dejado influir demasiado por sus clientes los Bancos. Todo eso lo verá favorablemente el mercado de capitales. 

Pero en todo esto ¿qué tiene que ver la Ley hipotecaria? La Ley hipotecaria, bien gestionada y aplicada, con sus límites de garantía sobre el valor real del bien, ha facilitado el acceso a la propiedad de la vivienda a millones de familias españolas. Es una Ley fundamental para nuestro derecho civil y debe estar a salvo de vaivenes circunstanciales y oportunistas.


Antonio Envid
26/11/12

domingo, 16 de diciembre de 2012

CRISÁLIDA (Ángel Ferrer)

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sgs

¿Cuál será la palabra que sea yesca
que rompa el silencio en esta noche?
Completarse es una infinitud laboriosa
y su fin no está aquí

Si en el amor todo vale
¿Porqué acato estas normas tan estrictas
que nos mantienen alejados ?

¿Quién construye esta campana de silencio?

Mutilado
uno frente al otro en el altar

¿Con qué miembro saludaré al respetable
el día de nuestra unión ante Dios ?

Vanagloriarte por llevar una cruz
no te da derecho a clavar mi alma
otra más en tu colección
entomólogo cabrón.




Ángel Ferrer



sábado, 15 de diciembre de 2012

UN DOMINGO DE JULIO (Servando Gotor)

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Queridos hermanos —dijo don Mariano desde el púlpito, clavando una mirada inquisitiva en Jacinto—:  Acabamos de escuchar la parábola de la red.  —Hubo un silencio—.  Una vez más, la Palabra de Dios llega a nosotros en el momento preciso...  Pues nunca mejor para las jornadas que estamos viviendo que recordarnos el castigo.  Pero no un castigo material y, por tanto, pasajero, sino un suplicio eterno:  Así sucederá al fin del mundo —recordaba la Lectura—.  Saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos en el horno del fuego;  ALLI —dijo con énfasis—  SERA EL LLANTO Y EL RECHINAR DE DIENTES —alguna vieja se santiguó al oir esto— .  Fijaos en la gravedad de estas palabras que nos transmite San Mateo:  ALLI SERA EL LLANTO Y EL RECHINAR DE DIENTES...  ¡Y nosotros nos permitimos despilfarrar el poco tiempo que nos queda en desavenencias materiales!  Queremos arreglar el mundo, donde no vamos a estar más que unos días, y olvidamos lo principal: aprovechar bien esta vida, en la-que-só-lo-es-ta-mos-de-pa-so, para preparar la venida del Verbo —Manolín, el del Herrero, se hizo un lío llegado este punto, ¿cómo podría venir un verbo?, se preguntaba—.  ¡Es-ta-mos-per-dien-doel-tiem-po!  ¡Apostamos por lo adjetivo descuidando lo sustantivo! —Manolín casi se asustó. Con ojos de plato recordó que tenía pendientes los ejercicios de gramática que papá le exigiría el lunes— .  ¡Nos sabemos de memoria cuatro o cinco artículos determinados de la Constitución pero olvidamos las proposiciones últimas —Manolín entendió preposiciones—  que en tiempos pretéritos nos ha dado a conocer el Hijo de Dios —otra vez los verbos, pensó el muchacho mientras tragaba saliva y comenzaba a palidecer—.  ¡No hermanos, no!  Estamos olvidando lo principal.  ¡Nos hundimos en el fango...!   Han llegado a mis oídos ciertas desavenencias que se han producido en el café de la Fonda...  Me han puesto los pelos de punta.  —No le debió gustar mucho esta última expresión y rectificó con fuerza—:  ¡Me han erizado los cabellos...!  Ya no os conformáis sólo con gritar o dar golpes en la mesa e insultaros, sino que habéis llegado a la violencia física, cuando la violencia, así nos lo enseña el Evangelio, só-lo-en-gen-dra-vio-len-cia.  ¿Qué pretendéis?  ¿Aún creéis que tiene pocos problemas la Patria?  ¿Sabéis acaso que estamos atravesando una situación EXTREMADAMENTE CRITICA y que todos los indicios hacen pensar en una GUERRA CIVIL?  No hermanos, no...  Así no vamos a ningún sitio.  Tenemos pocos problemas a nivel estatal y vosotros nos creais otros en el pueblo.  ¿Os habéis vuelto locos?  ¿De verdad pensáis que con vuestra actitud se puede arreglar algo?  ¿Acaso salvaréis al mundo con esas execrables conductas...?  Estamos perdiendo todos el juicio... Y los que esperáis arreglar los problemas de la humanidad con esas acciones violentas debéis tener bien claro lo dicho:  que así no vais a ninguna parte.  Porque si ni siquiera sabéis hablar, si ni siquiera sabéis dialogar, ya me diréis lo que se puede esperar de vosotros.  —Dicho esto, los ojos del Cura volvieron a clavarse una vez más en Jacinto, que aunque no había participado en la reyerta a que se refería, de todos eran conocidas sus ideas anarquistas.  Don Mariano prosiguió su sermón como si se dirigiera sólo a Jacinto— .  Y los demás, los que no participasteis en aquella batalla campal, no os creáis libres de culpa.  ¡Aquí todos tenemos nuestro grado de responsabilidad!  Los unos por no haber tratado de sembrar la concordia a su debido tiempo;  y, los otros —o sea, Jacinto— , porque con sus actitudes, con sus comportamientos, han contribuido a crear este ambiente de odio fratricida que tenemos en el pueblo.  No seamos soberbios, no nos creamos tan fácilmente que estamos en posesión de la verdad.  Reflexionemos seria, cabalmente.  Verdad no hay más que una y en buena hora nos la ha recordado el Evangelio:  ALLI SERA EL LLANTO...  Y EL RECHINAR DE DIENTES.  Aún estamos a tiempo, hermanos.  Parece que Dios ha querido recordarnos, precisamente hoy... —dudó un instante:  en realidad la lectura no se correspondía con aquel domingo, la había elegido él premeditadamente, saltándose así las formas, actitud de cierta rebeldía y arbitrariedad que caracterizaba la personalidad de don Mariano; siguió, no obstante:— precisamente hoy ha querido recordarnos este castigo eterno que nos espera si nos apartamos del camino correcto, del único que nos lleva hacia Él.  No seamos necios.  No pensemos arreglar heroicamente lo que quizá no tenga arreglo o que, en cualquier caso, es secundario.  Centrémonos en lo que realmente interesa, en lo realmente importante.  Centrémonos en esa salvación que todavía tenemos al alcance de nuestras manos, evitando así ese destierro de nuestras almas a un lugar infernal donde sólo se nos augura EL LLANTO... —aquí siempre hacía una pausa, para que los fieles, y sobre todo Jacinto, reflexionaran—  Y EL RECHINAR DE DIENTES.—Hizo un último silencio y terminó con lo que podría ser el lema de la homilía—:  ¡AUN ESTAMOS A TIEMPO!
Al concluir, muchos de los presentes tuvieron que hacer un esfuerzo para reprimir las ganas que tenían de aplaudir.  Se les podría llamar ignorantes, lo que se quiera, pero en general eran gente buena.   Otros, los de la reyerta, hubieran colgado del cuello al Cura.  ¿Pero qué se habrá creído este mequetrefe? —despotricaban— .   A mí nadie tiene que decirme lo que debo hacer, pensaba uno de derechas mientras un republicano, sospechoso de anarquista, que no sabía ni por qué iba a misa, sonreía viendo a los vecinos del pueblo como a un rebaño de ovejas engañado, decía:  ¡Cómo os toma el pelo!, aunque para sus adentros pensaba:  el caso es que lo hace bien el jodido del Cura.
Para mí los sermones de don Mariano solían tener poco de novedosos porque, prácticamente, los adivinaba con papá la noche anterior.  El Cura acostumbraba a adelantarnos algo de lo que pensaba decir y, además, siempre surgían en el púlpito frases y temas de las largas veladas del sábado anterior.
La reyerta a la que se había referido tuvo lugar la noche del viernes anterior como consecuencia de las muertes del teniente Castillo, de la Guardia de Asalto republicana, y del lider de la oposición parlamentaria,  don José Calvo Sotelo (no sé exactamente por qué pero a los líderes de derechas siempre se les trataba de "don").  Alguien dijo que había sido la Pasionaria la responsable del asesinato de Calvo Sotelo, a lo que replicó un simpatizante comunista que qué más daba, que así había un fascista menos, contestándole el primero que entonces la Pasionaria era una asesina y volviendo a replicar el otro que quien mataba a un reaccionario de mierda no podía ser llamado asesino.  El de derechas insistió en que la Pasionaria era una asesina y que quien priva de la vida a una persona es un criminal de causa, y el segundo le contestó esta vez que Calvo Sotelo había sido un fascista cabrón, a lo que el que había iniciado la disputa le contestó definitivamente con un disparo en el brazo.  No se sabía cómo pero por aquellas fechas circulaban armas de fuego por el pueblo.
Cuando el Cura pronunció este sermón censurando lo ocurrido en el bar de la Fonda, el General Franco ya se había alzado en Marruecos, aunque en el pueblo todavía no se conocía tan transcendental acontecimiento.
A la salida de misa recuerdo que Manolín se cruzó con papá y hubo de sobreponerse a la tentación de echar a correr no sin antes decirle que de los deberes no tendría que darle cuenta hasta el lunes.  Mi padre, que se había percatado de la angustia de algunos de sus alumnos al oir referirse al Cura a lo sustantivo y lo adjetivo, a los verbos y las proposiciones, los artículos determinados y los tiempos pretéritos, no pudo ocultar una ligera sonrisa a pesar de lo preocupado que ya estaba por los acontecimientos de Madrid.  La Nene y yo tampoco entendimos muchas de aquellas cosas que había dicho el Cura, pero luego papá nos aclaró lo que estimó que no debíamos ignorar.
Serían las cinco de la tarde cuando el pueblo se convirtió en un continuo hormigueo de gentes que iban de casa en casa pregonando la noticia que se había oído por alguno de los ocho o diez aparatos de radio que había:  En Marruecos y en Sevilla el ejército se había sublevado.  Esta era la causa que traía loco a todo el pueblo.  El Cura y el Boticario se presentaron en casa alarmados.  Nosotros aún no sabíamos nada:  Don Joaquín, ponga la radio que Franco y Queipo de Llano se han levantado contra el Gobierno de la República.
A partir de ese momento, y hasta que la casa fue ocupada por las tropas republicanas, vivimos angustiosamente con el oído pegado a aquel dichoso aparato, al que llegué a odiar.  Mi padre pasaría noches enteras en vela.  Los golpes de mano y las adhesiones al alzamiento se multiplicaban por momentos, aunque las noticias siempre eran confusas.  Al bar de la Fonda no acudieron más los de las tertulias acaloradas, que preferían quedarse en casa o en la de algún amigo de ideología afín que tuviera radio.  El Marqués desapareció aquel mismo domingo, de la noche a la mañana, con toda su familia, quedando su casa cerrada a cal y canto.  Leopolda, la criada, y Sebastián, el jornalero, sólo sabían que el día anterior les dijeron que no volvieran y que, en definitiva, se habían quedado sin trabajo;  aunque, según supimos más tarde, a Sebastián le permitieron seguir viviendo en el antro que venía ocupando, cerca de San Roque, a condición de que no abandonara el cuidado de las tierras de sus amos, pues cuando esto acabe —se ve que le había dicho el Marqués—  si las cosechas no se echan a perder, te recompensaremos como es debido.  También se marchó del pueblo, al tiempo que el Marqués y con igual sigilo, el viejísimo don Ramón, el médico, dejando igualmente medio plantada a su criada que, cuando fue a la mañana siguiente a la casa, se encontró con una escueta nota que decía:
Querida Clotilde:  me he ido a la espera de que los tiempos cambien.  El estado de nuestra Patria es grave y necesita de una buena terapia (una buena cura, en términos vulgares) al objeto de eliminar ciertos gérmenes malignos que la vienen minando.  Hágase Vd. cargo de la casa, use de ella sin reparo y no se preocupe que Dios proveerá (o, para que me entienda, Él lo arreglará todo).  Cuídese.
También se esfumó un buen día, antes de que ocuparan nuestra casa, y sin decir nada a nadie, el Cura.  Esto nos sorprendió a todos porque la buena relación que manteníamos con él exigía una despedida y ni a nosotros, ni al Secretario ni al Boticario, nos dijo nada;  y, además, conocíamos bien a don Mariano y era incapaz de hacernos un feo como ese (aunque cierto es que los tiempos no estaban para cumplidos) dado sobre todo, como era, a dar desmedidas explicaciones de todo cuanto hacía.  Así que nos temimos lo peor, máxime cuando él había comentado en más de una ocasión que sabía muy bien como las gastaba ese Durruti, ese que ahora —decía—  le daba por liberar a Zaragoza, que era uno de los asesinos del Obispo Aragüés y tomó parte importante en el atraco del Banco de Central en Vigo.  Ese, insistía, tiene de anarquista lo que yo de torero: no es más que un criminal disfrazado de revolucionario.
Don Mariano había desaparecido del pueblo la noche del tres de Agosto, justo al día siguiente en que la columna de Durruti obtuviera su primer triunfo a escasos kilómetros  de nuestro pueblo.
                    Servando Gotor
El amor y las moiras, 1994
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