jueves, 4 de agosto de 2011

EL CIEGO (Mariano Berdusán)

SGS

Siempre se ha dicho que no hay peor ciego que el que no quiere ver. ¿Es esto lo que pasó en el caso del ciego que nos narra San Juan en el capítulo 9,  1 – 34 de su Evangelio?. No lo sé. El relato resulta ( a mi juicio ) algo patético. Se trata de un ciego que antes no veía y ahora vé y de unas personas que antes veían ( o creían ver ) y que ahora, no ven, o, por lo menos, no quieren ver.

El caso es que había un ciego de nacimiento sentado a la vera del camino pidiendo limosna. Jesús al verlo, y ante una interpretación equivocada de sus discípulos respecto a la desgracia de aquel hombre, hizo un poco de barro con su saliva, mojó los ojos del ciego y le dijo: Ve a la piscina de Siloé y lávate. El ciego hizo lo que le dijo Jesús y volvió con vista.

Así de sencillo. Jesús y el ciego, sin intermediarios. Ha sido un milagro. Uno de los muchos que Jesús hizo, según nos relatan los Evangelios. Un hombre que antes no veía y que ahora vé. Pero la cosa se complica cuando intervienen en la escena otras personas. Como casi siempre, la acción del hombre tratando de oscurecer la acción de Dios.

Los intermediarios. Primero ¿Cómo nó? los vecinos del ciego. Al verlo con vista, unos decían: ¿No es éste el ciego que estaba sentado pidiendo limosna?. Y unos decían: Sí, es él. Otros decían: Nó no es él. Y otros decían: No es él sino uno que se le parece. Y el ciego les decía: Sí, soy yo. Y le preguntaban: Pues ¿cómo es que ahora ves?. Y él les dijo: Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me untó en los ojos y me dijo que fuera a lavarme a la piscina de Siloé. Fui, me lavé y ahora veo.

Los vecinos llamaron a los padres del ciego y les dijeron: ¿Es éste vuestro hijo que decís que nació ciego y cómo es que ahora vé?. Los padres, por miedo, contestaron: Sí, éste es nuestro hijo que nació ciego, pero cómo es que ahora vé, no lo sabemos. Preguntádselo a él, que ya es mayor y sabrá deciroslo.

Y se presentaron también los escribas y fariseos. Estos también le hacían preguntas parecidas y le conminaron diciendo: Dí la verdad ante Dios. Nosotros sabemos que ese hom bre es un pecador y no puede hacer tales cosas. Pero el ciego les contestó: Si es un pecador o no, no lo sé. Sólo sé que yo antes era ciego y ahora veo. Y le insistían con sus preguntas. El ciego les dijo: Os lo he dicho ya y no habéis querido creerme. ¿ Es que vosotros también queréis haceros discípulos de ese hombre?. Y ellos, enfurecidos, lo arrojaron de la sinagoga.

Quizás un día, a nosotros pobres ciegos sentados a la vera de nuestra insignificante vida, buscando la limosna de las cosas humanas, pequeñas e insignificantes, Dios también nos abra los ojos. Entonces, con seguridad, vendrán los vecinos, los familiares, los que mandan y al vernos así ahora con mirada nueva, dirán: ¿No es éste aquel que antes .....? y tú les dirás: Sí, soy yo que antes no veía y ahora veo. Y ellos te dirán: ¿Y cómo ha sucedido eso? y tú podrás decirles: ese hombre que se llama Jesús ungió mis ojos del alma con un poco del barro divino de su bondad y me dijo: Vé ahora y lávate en la piscina de tu generosidad y entrega. Yo así lo hice y ahora veo.

Mariano Berdusán
(Desde el color de mi cristal)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...