jueves, 19 de mayo de 2011

A LA MANIERA CATALANA: RIESGO DE TRIPARTITO EN ARAGÓN (Servando Gotor)

SGS

En “La última noche de Boris Grushenko”(Woody Allen, 1975) un general ruso arenga a sus tropas en vísperas de una batalla contra los franceses. Discurso elemental, como conviene al caso: “Si nosotros matamos más franceses que ellos rusos, la victoria será nuestra, ahora bien: si mueren más de los nuestros que de los de ellos, perderemos”(perogrulladas como esta recuerdan a las de don Marcelino en su papel de Secretario de Organización del PSOE). Pero la escena sigue y el general ruso, tras su primario discurso que revela, una de tres (iba a decir dos), que le consta que sus soldados son idiotas, que el idiota es él o que tan idiota es él como ellos, tras la arenga, digo, mira dubitativo a sus soldados, no se sabe bien si porque cree que no ha sido claro o porque no le han entendido –o por ambas cosas- y concluye: “¿alguna duda?” Entonces, levanta la mano Grushenko (el propio Allen): “¿Y qué ventajas tiene ganar la guerra?” El general estupefacto responde tras unos momentos de duda: “¿Te imaginas, si perdemos, tener que tragarnos todos los días esa asquerosa comida francesa?”

Bueno, pues a algo parecido estamos llegando en esta insulsa sociedad que sufrimos y no sin esfuerzo porque las generaciones que surgen de mil sistemas de enseñanza desastrosos, estúpidos y contradictorios no podían ser más listas (no lo digo yo, lo dicen los informes PISA). Ello permite, entre otras muchas cosas, que Biel, en incontrolable soberbia, ose amenazarnos a los aragoneses con que el PAR es como el clavo de un abanico: “¿saben qué pasa –se jacta- si al abanico le quitan el clavo? Pues que el abanico se rompe”. El colmo. Con Biel como con el general ruso, una de tres: que piensa que el pueblo es idiota, que él idiota es él o que ambos, a la PAR, el pueblo y él, somos idiotas.

Desde la muerte de Franco (me resisto a decir: “desde la democracia” porque esto ya no creo que lo sea), desde la muerte de Franco, digo, aquí no ha gobernado la mayoría sino en brevísimas ocasiones. Normalmente han sido las minorías -a las que, sí, hay que tener en cuenta y respetar, pero nada más- quienes han “impuesto” sus criterios. Que yo sepa, que todos sepamos, la democracia siempre ha sido y será el gobierno del pueblo, y el pueblo es la mayoría (lo contrario es aristocracia o caciquismo, del tipo que sea).

Pues bien, en los tiempos que vivimos hemos de tragarnos cosas tan impertinentes como ese exabrupto de Biel. Y –según se baraja en medios políticos- hasta soportar, aunque sólo sea como posibilidad que –encima- si el PAR se desmorona en las autonómicas y el PP no gana por mayoría absoluta, seremos víctimas de un tripartito a la “maniera” del que ha destrozado Cataluña. Como lo oyen. Y, desde luego, la Chunta, sépase, es a este respecto comparable a Ezquerra Republicana, tanto que como ella y Herri Batasuna o la Xunta Gallega, “los cuatro a la par”, suelen coincidir en las posturas más extremas, algo que suele olvidarse.

En fin, este es el panorama: una de tres, o nos gobierna el PP por mayoría, o PAR y PSOE no sucumben (y entonces nos pareceremos al gobierno socialista andaluz cercano a los cuarenta años de Franco, si estos comicios no lo remedian) o tripartito a la maniera catalana. Vamos, como quien se queja porque la vida es terrible y además corta (de nuevo Allen, “Annie Hall”).

Está claro que se impone la decencia y la reforma del sistema electoral, incluida la regulación de una segunda vuelta para acabar de una vez por todas con la tiranía de unas minorías que sólo son eso: minorías, cuyos nefastos resultados a la vista están.

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