miércoles, 21 de julio de 2010

MI GERANIO EN PRIMAVERA (Mariano Berdusán)

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En la terraza de mi casa tengo dos macetas: una con un rosal esbelto que sólo me da una rosa cada año y otra con un geranio, que esta primavera, me ha obsequiado con una espléndida florada. Con esa abundancia de flores del geranio casi me siento compensado por la ausencia de flores del rosal.
Pero no era de flores de lo que quería comentar. Sino de esto otro: Me cuentan que, a un conocido compañero del trabajo, le han tocado en la Primitiva, o no sé en qué, nada más y nada menos que un montón de millones, no sé si de las antiguas pesetas o de los modernos euros. En cualquier caso, me dicen, le ha tocado ( y lo de tocar nunca mejor dicho) un montón de millones.
Lo de tocarle a uno algo, se puede entender en muchos sentidos. Un coche, en marcha, toca a otro también en marcha o parado y según como sea el “tocamiento” te puede sacar de la carretera. Un boxeador, en un combate, “toca” a su contrincante y según como sea el tocamiento, te deja sin saber dónde estás. Hay ráfagas de viento que, si te tocan, te pueden dejar sin la gorra, sin el árbol de al lado y sin las tejas de tu tejado.
¿Cómo ha sido de fuerte el “tocamiento” de millones a mi amigo?. Por lo que cuentan, creo que bastante fuerte. De momento ha dejado el modesto y creo que también feliz trabajo que tenía en la Empresa. Ha dejado, creo también a unos amigos y compañeros que con él “sudaban la camiseta”. Ahora tendrá, creo yo, otras ocupaciones. Otros amigos que, seguramente, casi seguro, no sudarán la camiseta.
Ha dejado la felicidad y la tranquilidad que dan el poder levantarse uno cada día, sonreír a la familia y sin miedos y sin temores y sin sustos acudir a la cita diaria del trabajo, pero luego, al anochecer, poder acostarse y dormir a pierna suelta. ¿Será ahora mi amigo más feliz que antes en estos andares cuajados de temores de su vida actual? No lo sé.
Desde ahora le deseo lo mejor y buen éxito y acierto en cuanto emprenda.
Yo que no tengo millones ni espero tenerlos ya a estas alturas de la vida, yo que no tengo ni siquiera un palmo de tierra o un sencillo huerto como dice Fray Luis de León que tenía cuando dijo:
Del monte en la ladera
Por mi mano plantado
Tengo un huerto
Que el viento orea
En esta ladera última de mi vida, a mí que no poseo nada de todo eso, sólo me quedan tres cosas: mi familia, una mesita a mi lado cubierta de libros para leer, repasar y soñar y, sobre todo, mi geranio en primavera. ¡Cuánto me gustaría que a mi amigo, el de los millones, no le faltasen ahora ninguna de estas tres cosas. Sobre todo, que no le faltase un hermoso geranio en la terraza de su casa. Quizás, con unas sencillas flores a la vista, lo vería todo de otro color... Quizás.

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