Me hallaba tomando una insulsa cerveza sin alcohol en un velador bajo uno de los raquíticos tilos que pueblan el zaragozano Paseo de la Independencia e imaginándome que me hallaba en la avenida Unter den Linden saboreando una jarra de cerveza berlinesa (lo cual ya es echar imaginación), cuando acertaron a pasar por allí un centenar o dos de acharangados y variopintos jóvenes. De pronto recordé que todos los medios de comunicación nos habían martilleado con lo del “dia gay”.
Su vista me hizo reflexionar, más que nada por llenar mi aburrimiento, que quizá estos chicos (chicos/chicas, por si me oyen) eran los únicos verdaderamente creativos y rebeldes de nuestra sociedad. En definitiva propugnan una sociedad sobre unas nuevas estructuras y reclaman libertad y derechos nuevos. En fin, muestran la rebeldía que echaba en falta Servando en la juventud actual (“Inversión”)
Desfilaban alegres, pero púdicamente separados los chicos de las chicas (como nosotros bajo el franquismo, pensé), acompañados de una sección rítmica más que estimable, tanto por la calidad de su coreografía, como por su musical batir de timbales y tambores. Todo ello, sin duda, producto de interminables y fatigosos ensayos, lo que revelaba una buena disciplina.
Portaban banderas arco iris y divertíanse sin meterse con nadie, de forma bastante civilizada. Lo que me molesta de ellos es que hayan arrumbado esa riqueza que muestra el español para su denominación: bujarrón, cacorro, sodomita, sarasa, urraca, amadamado, ninfa, fileno, loca, mariposo….. en cuanto a ellos (¿ellas?); lesbiana, tortillera, bollera, machorra …. en cuanto a ellas (¿ellos?), y que hagan tabla rasa con tantos matices para embutir a todos en el homogeneizador calificativo de “gay”. Tiene narices, que disponiendo de tantos nombres o calificativos en español, tengamos que acudir al inglés “gay” (al menos podíamos adoptar la calificación de “británico”, como se les conoce en Perú). Me parece que hay en ello un soterrado intento de generalizar, de borrar la personalidad de cada uno, para conseguir un grupo homogéneo y manejable. ¿Pues será lo mismo una alegre mariquita meridional, que un ceñudo bujarrón estepario?
Desconozco la naturaleza de sus relaciones homofilias, pero me temo que reproducirán los sentimientos de celos, de posesión, de sometimiento, de desencuentro, de desconfianza, que tanto complican las relaciones heterosexuales, por lo que intuyo que sus homorrelaciones serán tan complejas como las demás.
Bien pensado, al hilo de mis razonamientos y viendo cómo en esa nueva sociedad se reproducen los intentos de anular al individuo, primando al grupo por encima de él, cómo la necesaria/imposible relación entre individuos se manifiesta de igual modo, cómo la disciplina y el trabajo se hacen imprescindibles y cómo otra moral, pero igualmente tiránica, trata de imponerse a propios y extraños, ya no me parecen tan creativos como al principio, ni tan rebeldes, sino que otra vez un manto de vulgaridad se extiende sobre su masa para anular la renovación. En fin, a medida que pongo años y a pesar de mis esfuerzos, cada vez comprendo menos al mundo, a la sociedad y a mis congéneres, cada vez me encuentro más perplejo ante todo. Cuando, tras fatigosas reflexiones, creía tener algunas respuestas, resulta que he olvidado las preguntas.