sábado, 8 de mayo de 2010

LA SUMISIÓN DE LAS MASAS (Servando Gotor)

Como casi todas las modas también la moda de ser idiota es una moda idiota. Sí, porque está de moda ser idiota. El idiota triunfa. El ignorante –con su atávico arrojo- campea. El inútil es recibido en sociedad con la admiración imbécil de las imperantes/inoperantes masas estólidas. Hemos pasado de las “masas rebeldes” de Ortega (con, al menos, unas mínimas luces para el disturbio y la barricada) a las “masas sumisas” de Bertolt Brecht cuya simpleza ha conseguido que nuestra sociedad haya degenerado en paz (“¿cómo se pueden reclutar aquí tropas? Sargento mayor, a veces pienso en el suicidio”). Ahí es nada: la sumisión de las fatuas masas.

Y la estulticia es tan atroz que los cuatro mediocres listillos que nos mandan inventan, crean y publican eslóganes insultantes (encima recochineo): “Yo no soy tonto porque compro en ‘media-markt’”. Tela marinera esto de “media-markt”, sobre todo por lo de “media”: un intento más de engaño porque de “media”, nada; más bien “baja” si no “ínfima”. Ya el término “mass media”, parece una redundancia, y por mucho que “media” aluda a los “medios”, los medios son medios por masivos; o sea que ni fu ni fa. Pero usted no sea tonto y compre donde le mandan y lo que le mandan.

Y esto no es nada comparado, por ejemplo, con la nueva campaña de patrocinio del Real Zaragoza lanzada por la cerveza “Ámbar” (“La Zaragozana”). Ya en el 2006, con ocasión de la última final de Copa lanzó otra. Pero se ve que desde entonces hemos cambiado mucho. En aquella el director de marketing de la cerveza decía que “ser zaragocista es una demostración de inteligencia'. Hoy, cuatro años después, se lanza una campaña en la que –entre otras imágenes- está la de un merluzo disfrazado de botella que presume de haber leído a Kant y no haber entendido nada. Se trata –dicen- de “una edición limitada de envases con los colores del Real Zaragoza en tres variantes: azul y blanco, amarillo y negro, y rojo. A partir de ahora y hasta el final de la promoción, los aficionados zaragocistas podrán disfrutar de su cerveza preferida vestida con los colores de su equipo”. (Y la cerveza, ¿qué? ¿Buena?).

Ya ven: “colores”, “imágenes”… “santos”, se les llamaba en mi infancia, en aquella infancia en blanco y negro y conceptual en que los libros tenían muchas letras y pocos “santos”.

Bueno, a lo que voy y concluyo: la imbecilidad va pareja con la “cultura” de la imagen. El cine ya no es lo que era: buena fotografía, buen diálogo, buenos personajes, buena historia (buena narración, en suma). Ahora es sólo “imagen y sonido”. Ya no se distingue una película de un videojuego. Da exactamente igual de lo que trate: lo principal son los ruidos y los colores (casi como las insoportables películas de guerras y puñetazos de mi infancia, lo mismo). El ser humano se diferencia de los animales por su capacidad de abstracción (por su capacidad de crear “conceptos”), de forma que puede referirse a una puerta sin señalarla ni dibujarla: basta con que diga o escriba: “puerta”. Basta con el concepto, la abstracción. Si, como ocurre, abandonamos las palabras en favor de las imágenes, nos vamos idiotizando, animalizando, deshumanizando. ¿Han visto los últimos semáforos? Ya no basta con el disco verde para saber que podemos cruzar. Ni siquiera con el hombrecito verde en ademán de andar. Ahora el hombrecito verde, se mueve: anda virtualmente. De la abstracción del simple color verde al hombrecito verde andando para entender, para saber que podemos cruzar, media un vertiginoso camino de degradación mental que resume perfectamente el paso del hombre a las masas rebeldes, y de éstas a las sumisas. De la distinción a la uniforme obediencia.



(El Comarcal del Jiloca, 30/04/10)

3 comentarios:

  1. Narciso de Alfonso10 de mayo de 2010, 11:00

    .
    Ay, Maestro, el tema que has articulado en el

    Comarcal sería de mis preferidos si tuviera un

    tanto más de lucidez y supiese expresarla en

    palabras, tal como tú. Puede que, a la postre,

    como especie, seamos más bien ovinos o

    bovinos, que no felinos ni paquidermos. Y luego

    dicen que, como especie animal, no somos viables

    sin inteligencia. Creo que estamos demostrando

    exactamente lo contrario, con los mediamark

    a la cabeza.

    Me temo que no se puede llegar a los grados

    de estolidez ¿o es estulticia? que ahora ostentamos

    sin que las pérdidas irreversibles -eso que se

    dice secuela- nos acompañen durante años.

    Mmmm.

    Lo más peor, con todo, no es que seamos tontos

    del bote, sino que ya hemos agotado también

    esa energía espontánea que confundimos con

    la voluntad, y los afectos están también

    desbaratados. Personalmente, confiaba en los

    impulsos, pero me temo que hemos quedado en

    poder de los más escasos instintos -básicos-

    que tenemos: comodidad, conformismo,

    búsqueda de seguridad y miedo, miedo, miedo,

    miedo, miedo. Hay que joderse: cuánto miedo.

    Ya se sabe: para como está el patio nos matamos

    muy poco unos a otros, alarmantemente poco.

    Saludos (cordiales)

    Narciso
    ..........

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  2. Narciso, qué voy a decirte a tí de estos temas que tú dominas técnicamente. Pues eso... miedo, miedo, miedo y... pues eso: que se mata poco.

    Besos.

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  3. Sí y no.
    Señores míos, don Ser y don Nar, como mujer tengo un prisma en el modo de ver las cosas del que ustedes carecen. Como paréntesis les apunto que siempre he sostenido que esta ventaja de la mujer nos viene de la pelea con el verdulero sobre el precio y estado de los tomates. jiji.
    A lo que voy. Para mi todo se reduce al miedo a ser libres; miedo a decidir; miedo a optar; miedo a arriesgarse; miedo a vivir.
    Don Narciso apunta por ahí, al miedo, pero no remata (debe ser que no pelea con el vedulero).
    A mi me da miedo todo lo desconocido, todo lo que no está bajo mi control me aterroriza. Y, una de dos, o me protejo de este miedo paralizante, o vivo. Hace años opté por vivir. Y, por eso, porque mis temores los tengo derrotados es por lo que mis afectos no andan desbaratados.
    Con todo el cariño,
    La Conchaparis

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