viernes, 17 de abril de 2009

Para querer (Narciso)

No tienen fin las cosas del corazón, y son tantas las cosas que pasan por el corazón, que encuentra enseguida motivos rojos para hilvanar una historia, para enhebrar un recuerdo.
Para querer, a veces, el corazón se hace un larguísimo hilo rojo que anuda y enreda muchas cosas: un aburrimiento, un dolor leve, un país en guerra, una desconocida canción, un cálculo infinitesimal, una última suerte, un oculto desprecio, una piel suave, una cálida oscuridad.
Para querer se necesita a veces un aluminio feroz; un barquito de vela; una soledad cabreada; unas grandes ganas de morder cualquier cosa; una esperanza con unas buenas zarpas rapaces; una curiosidad especial por averiguar en propia carne cuantas heridas se soportan antes de morir; una querencia torera por lo central y por lo marginal; una gran capacidad para desmemorizar sin olvidar; una vida llena de agujeros, desgarrones, costuras y parches y, quizá, un pájaro minúsculo y chino, de esos que pueden vivir dentro del pecho.
Para querer sin equivocarme del todo sería desmemoriado y disponible, sería muchas mesas al sol preparadas para merendar, sería muchas butacas a la vez cuando va a empezar la película, acogedor y exigente como un atraco amoroso, amable y duro como un viejo boxeador, tierno y firme como una mujer policía, extenso y breve como el vuelo de una sábana; tomando apuntes, desapareciendo de pronto, concertando y desconcertando; natural y lento y rojo como una flor; natural y veloz y peligroso como un rayo.
Para querer con algún acierto sería un pueblo en fiestas, una biblioteca municipal y enorme, mucha gente a la vez cobijándose de la lluvia en un pequeño porche, una manada de caballos en celo, un improvisado equipo de fútbol, todas esas cosas que reúnen y acogen sin premeditación.

(extraído de 'Cuescos')

1 comentario:

  1. Ávido de todo, para todos,
    Tu corazón, no tiene límites,
    Todo lo absorves y pasa por tí,
    para todos.
    Fuente de esperanza, en su medida justa.
    Terco, despertador, compañero que se separa durante la transición.
    Vigilante y vigilado, disfrutador, perserverante y austero.
    ¿Dónde nació esa tu inquietante inquietud?

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