sábado, 29 de noviembre de 2008

Narcisotas


Teoría mínima de la noche
Cuando subo a los altos andamios de la noche y miro arriba y abajo y al frente y a los lados y sólo veo esa falta de luz que se llama oscuridad, entiendo algo más mi oscura esencia y tal vez pierdo un poco el miedo que me tengo.
La noche rompe la capota azul del cielo y nos deja a la intemperie del universo, con todas sus ráfagas y sus piedras extrañas que pasan flotando sin velocidad, con todos sus vientos cuánticos y sus corrientes heladas, con todas sus fugas de luz y sus estrellas muertas, con todo su polvo cósmico que fecunda los campos con el rímel de las galaxias.
(Narciso de Alfonso)

JAVIOTADAS

Yankis en la droga Alfonso



De cuando Platón comenzó a trabajar como aprendiz en la droga Alfonso.

- Verhoá musháshou, nesesichou uan marchillouh, uan berebiquíe, ¿yes?, end... end chu chsalaudruos; iunou manualh en di oder manualh elsouh, bath de peuchou, ¿you nou, ser?, de-peu-chou. Auh, yes, end aelsou ehhh… chambién... ¿se rhise así: "chambién"...? Chambién iuna bareunna, ¿okey?. Iuna barheuna, yes.
- Un momento por favor... ¿Y brocas? Porque imagino que también necesitará brocas, ¿no?
- Ouh, nou, nou. Nou broukass, chenkiou. Chengou broukass, zank. Nou nesesichou broukass, gráseas, mouchsas gráseas.
- Pues espere, espere un segundo por favor y ahora mismo vuelvo ¿okei?.
- Oukey, oukey, mouchsas grasesas, chenkiu. Esperouh... (Dandarindon dindon dá, dandarindodindondá, Dandarindon… Titararí tararí... A Rhious pongou por cheschigou, ¡A Rhious pongou por cheschigou kei nounca másh...! Jé, quéi rhoublahe. ¡Quéi roublahe! .. que rhisen aquí…).
- Mire, señor, mire, ya le traigo de todo. Taladros por un tubo. Para dar y vender, miré... ¡Señor! ¿Señor..? Pero ¿dónde demonios se ha metido? ¿Señor..?
- Qué pasa, Platón.
- Nada, un cliente extranjero...
- ¿Extranjero?
- Sí, uno con unas orejas tremendas y un bigote como amariconáo.
- Ah, ya. Que quería taladros, un martillo y un berbiquí, ¿no?
- Sí, eso es.
- Joer pues vas dao, Platón. Ya se ha ído. Hace rato que le he servido.
- Pero si le estaba atendiendo yo.
- Ya, pero si tiene que esperarte a ti... ¡Los he visto más rápidos y los han despedido, Platón! Bueno, bueno, no te preocupes, no te preocupes, que sólo llevas una semana. Tranquilo.
- El caso es que me sonaba. El tío ese me sonaba y no sé de qué.
- Coño, como que era el mismísimo Clark Guéibol.
- Una caja de chinchetas, por favor.
- Hola buenos días. Niqueladas, ¿verdad?
- ¿Clark Gable?
- Sí, claro, niqueladas.
- Clark Guéibol, el de Lo que el viento se llevó... De cabeza blanca, imagino, ¿verdad?.
- Joer, ya decía yo que esa cara...
- ¿De qué cabeza...? Ah, sí, si, las chinchetas, claro, je. De cabeza blanca, sí.
- Jé, y espera, espera que no te quedan cosas por ver. ¿De cincuenta? ¿Va bien de cincuenta?
- Ah, ya, la caja.... Sí, de cincuenta. De cincuenta chinchetas. Va bien, sí.
- También tiene de veinticinco.
- Hmn... Pues mejor de veinticinco, sí, de veinticinco, por favor.
- Perfecto, de veinticinco, un momento. Pues eso, Platón, que no te quedan cosas que ver ni nada. Mira ¿ves..? Aquí tiene, señor.
- Gracias... Le va bien un billete de...
- No, en caja, en caja, el pago en caja, por favor... Te digo, Platón, que mires allí, allí. Enfrente...
- Ah, sí, pagar en caja, claro. ¡Qué cabeza!
- ¿No las quería blancas?
- Sí, no, jé, no me refería a la de las chinchetas, je. Digo que qué cabeza la mía. Gracias. Adiós.
- Adios, señor, adios.
- El edificio ése, sí.
- Anda que no iba despistado ni nada el tío éste... Eso, lo ves, ¿no?
- Sí, el edificio.
- El Adriática, exacto. Pues mira de ahí salen cosas muy raras, pero que muy raras, Platón, ya verás, ya verás. Al tiempo. Y anda, cepíllate la bata que tenemos que llevarla impecable. Venga, arréglate un poco.
- Es que el azul marino éste es muy sucio, don Amancio.
- Razón de más, Platón, razón de más, ¡venga!
- Oiga, don Amancio.
- ¿Sí?
- Y el Clark Gable ese...
- Guéibol, Platón, Gué-i-bol.
- Digo que el Clark Guéibol ese... ¿para qué coño quería tanto taladro?
- Buena pregunta, Platón, sí señor, muy buena pregunta. Mira tú qué cojones sabré yo para qué quería el Guéibol tanto taladro. Anda, tira, tira y cepíllate la bata de una vez.
- Voy, voy.
- Es que estos americanos... Estos americanos... Hola, buenos días, en qué puedo ayudarle.
- Busco escarpias...
- Sígame por favor. Por aquí. Estos americanos... A saber tú para qué coño querría el orejas tanto taladro.
- ¿Cómo dice?
- No, nada, jé, pensaba en alto, pensaba el alto... Mire aquí. Aquí tiene escarpias de toda clase de precios y tamaños.
- Sí, ya veo... A ver...
- Platón, ¡Platón!
- Diga don Amancio.
- Anda corre, Platón, que acaba de entrar Eduard Jé Robinson, atiéndele tú...
- Eduard... ¿qué..?
- ...Jé Robinson, Platón. El de La mujer del Cuadro.
- ¿El de La mujer..?
- Aquel, aquel de allí, míralo.
- Ah, sí, ¡jodo! Es verdad, sí.
- Venga corre, atiéndele bien que este tiene muy mala leche...
- Sí, don Amancio, siempre hace de malo.
- Corre, atiéndele. Atiéndele y no te preocupes. Por lo de la mala leche, digo. Para mí que es de coña.
- Voy, voy.
- Seguro que quiere veinte metros de liza, siempre compra veinte metros de liza.
- Mire, estas, estas son las escarpias que quiero.
- Ah, muy bien, muy bien, ¿algo más?
- No, no. Sólo esto, gracias. El pago en caja, ¿verdad?
- Sí, en caja.
- Gracias
- Adiós, adiós. ... Aunque el otro día, el otro día compró una paellera.
- ¿Decía?
- No, no nada, perdone, perdone, eso: que el pago en caja, gracias. Sí, una paellera de esas grandes. Industrial. Y es que a estos americanos... A estos americanos, jé, cómo les va la marcha. Y, claro, como aquí les damos tánta. Hay qué ver, hay qué ver cuánto les gustan nuestras cosas .

(de El Guacamayo Azul).

Soneto pre-crisis



Qué cosas, escribí este soneto en mayo del 2007, en plena alegría y despilfarro.
Ahora tengo aún más claras dos cosas: que deambulamos como locos sobre el dentado filo de una sierra y que la felicidad es hermana de la inconsciencia.

Ciclos
Degeneró la humanidad en paz
Y el estado en empresario boyante.
Pero el pueblo huele a desodorante
Y en deportivo corre montaraz.

De las deudas se burla lenguaraz
Y a la hipoteca mira distante.
Consumiendo feliz y delirante
La marca que ordena el más procaz.

Mas don’t worry, que todo va en fases:
Al mejor cerdo llega un San Martín
Y acabado el ciclo tiemblan las bases.

Cabezas corta el pueblo en motín,
Sentando fieras reglas y trasvases
Para, presto, volver al futbolín

lunes, 24 de noviembre de 2008

El humor de Javi (II)




Eso... Javi es... un genio.
Bueno, bien, ya iremos sabiendo algo más de él.
Poco a poco.

María Jesús Mayoral


¡Puf!, quiero insertar aquí algo de María Jesús Mayoral (1) pero últimamente resulta imposible contactar con ella porque anda enfrascada en un cuento infantil que apunta lejos, a tenor de las breves ideas que hace ya algún tiempo me comentó en honorable primicia (Azulenca, Grisenco, la Bruja Calderilla...).

Los cuentos infantiles buenos, y éste estoy seguro que lo es o lo será (Maria Jesús no termina de explicarme si lo ha rematado o no), los cuentos infantiles buenos, digo, constituyen uno de los géneros literarios más universales y complicados. No es fácil trasladarse –rebajarse o elevarse, según se mire- a la inocencia perdida perfilando admoniciones e, incluso, posibilitando la más complejas y variopintas interpretaciones. Y recuerdo ahora un interesante estudio de Bruno Bettelhein que leí hace años (Psicoanálisis de los cuentos de hadas) en el que afloraba la complejidad del asunto. Los cuentos para niños nos hacen sentir como el retrato de Dorian Gray: nosotros envejecemos, ellos no.

Precisamente hojeo estos días dos enormes monumentos literarios que hablan de ángeles buenos y malos y del espacio celestial. Me refiero a El Paraíso perdido de John Milton y a la Arquitectura del Cielo de Emanuel Swedenborg. Jorge Luis Borges, cualificado admirador de esta literatura fantástica y especialmente de Swendenborg así como de la interpretación que de éste llevó a cabo William Blake (¡otro!), destaca que si para Jesucristo la salvación estaba en la ética Swedenborg añadía a esta la inteligencia y Blake, además, la estética. Al final –pienso yo- todo viene a ser lo mismo: ética, inteligencia y estética. La historia del Arte así lo acredita y, especialmente, el género narrativo infantil y fantástico.

Choca en estos momentos –es curioso- cómo una escritora zaragozana ya madura y de sobria pluma bucea en la inocencia (desde esa perspectiva artística -inteligentemente estética-) al tiempo que otra jovencísima, y me refiero ahora a Fabiola A.M. descuella con una prosa fresca e imaginativa que atesora una sorprendente madurez.

Y yo esperanzado.

Buenos tiempos para Orfeo y su lira, que decía Gracián.

(1) María Jesús Mayoral Roche nació en Villamayor de Gallego (Zaragoza}, donde reside. Ha realizado estudios sociales y trabaja en la Administración pública. Desde 1999 colabora en la revista Delta, con artículos de literatura epistolar, dentro de la sección titulada Cartas a Fabío. Su novela Los Castaños de Indias, editada en Zaragoza en 1999, fue su primera incursión en el género narrativo. Colabora de modo habitual con el Centro penitenciario de Zuera como monitora en el taller de literatura. Anteriormente lo hizo en el de Torrero. Ha participado en el libro colectivo de relatos Bécquer y el Monasterio de Veruela. Visiones.

Buscando Raíces


Mi amigo de infancia José Ignacio, muy aragonés él -como yo-, tuvo un ataque de añoranzas en los noventa, aún no superado: recuperar “nuestras” señas de identidad, “nuestra” fabla. Yo me río porque sólo se busca lo que no se tiene, y entonces él se enfada. Hombre, a mí me gusta discutir pero sólo hasta cierto punto. Porque cuando me amenaza con “afusilarme por modorro” le digo adiós y vuelvo a mi barricada.

Mi amigo José Ignacio, muy aragonés él -como yo-, no entiende ni entenderá que el mito de la confusión de lenguas de Babel representó una verdadera catástrofe; que en el Paraíso todos se entendían porque hablaban una misma lengua; y que resulta inconcebible un Paraíso políglota en el que uno tan sólo de sus habitantes pueda sentirse marginado porque ni entiende ni le entienden.

Mi amigo José Ignacio tampoco concibe que, tras la confusión de lenguas de Babel, la humanidad se fue zafando del castigo divino hasta conseguir, con enorme esfuerzo y sacrificio, un nuevo idioma común para comunicarse: el latín. Y que gracias a ello se logró el mayor progreso desde los tiempos del Paraíso.

Tampoco entiende que ese idioma común no lo impuso el imperio romano a la fuerza (ni por leyes ni por armas), como no impuso su religión (recuerden a Pilatos lavándose las manos), sino que fueron las gentes con afán de progreso las que se ocuparon por aprenderlo simplemente porque les interesaba. Como ahora interesa el inglés y el español.

A mi amigo José Ignacio tampoco le cabe en la cabeza que con la caída de Roma llegó una segunda Babel: la oscura Edad Media, sólo superada siglos después por ese “renacimiento” del latín y el clasicismo. “Renacimiento” también conseguido con enorme esfuerzo por sabios reyes y sacerdotes que, con sus escuelas de traductores y sus escritorios monásticos, se preocuparon por conservar y traducir la cultura clásica que, más tarde, dignos próceres “ilustrados”, consiguieron “divulgar” despertando a un pueblo que sólo así supo y pudo rebelarse.

Mi amigo José Ignacio desconoce aquello de “divide y vencerás” y que lo que más ha incomodado a las dictaduras es, precisamente, que el pueblo se entienda bien. Desconoce que el alfabetismo no es entender la jerga de mi barrio sino el idioma mayoritario; y que Hitler, Stalin y McCarthy (el de la “caza de brujas”) temblaban con el esperanto, un intento de idioma universal inventado (vano, por lo demás, como lo es todo artificio lingüístico no impuesto).

Mi amigo de infancia, José Ignacio, muy aragonés -como yo-, busca sus señas de identidad en una lengua que jamás habló ni él, ni su madre, ni la madre de su madre. Y anda un poco perdido porque tampoco sabe a cuál atenerse: si al chistabín, al benasqués, al somontanés, al tensino, al ribagorzano o al pinocho (no se rían: en la web hay un diccionario aragonés cotejado con la fabla de Pina). Y al final, sí, algo caza de mi bisabuela, porque acaba llamando azanoria a las zanahorias y alicóteros a los helicópteros. Olvidándose que un idioma no es un argot sino un crisol donde ideas y conceptos fermentan a fuego lento. Que no son palabras como “gato” o “mesa” las que lo forjan sino los verbos “ser” o “estar”, los cantares épicos, las novelas ejemplares o los tratados filosóficos. Y de todo eso carecen el cheso, el ansotano y, por supuesto, el euskera, por muy interesantes y queridos que sean, que lo son.

Mi amigo de infancia, José Ignacio, “buscando sus raíces” (obvia señal de que las desconoce) ya no me habla, me llama facha, me dice que no soy aragonés, amenaza con quemar mi barricada y hasta se ha cambiado el nombre: ahora, a los cincuenta, se hace llamar Chusé Inazio.

(El Comarcal del Jiloca 22/02/2008)

sábado, 22 de noviembre de 2008

En la casa del río de El Guacamayo Azul

Aquí estamos: Concha, Narciso (Nar), Peparnáu-calvoarnáu (Er Pito de la Capadoccia) y yo en la casa del río de Concetta la noche que la inauguramos. Cuánta inspiración para nuestro Guacamayo Azul.



Susan es humana, demasiado humana, pero tal vez de su infancia le queda una ferocidad fija, una extraña facilidad carnívora para matar, un estilo venenoso de defenderse. A Susan le gusta mucho el Carrefour porque dice que se parece a Betanzos, aunque ella nunca haya estado en Betanzos, se vino directamente de Nueva Caledonia a Zaragoza, sin pasar por Puerto Príncipe. A veces llora sin motivo, con los ojos, sólo con los ojos, de pronto dos enormes lagrimones cruzan su cara y, goteando, caen al suelo, plop, plop.

Espesa de pestañas, decorada para enamorar, subida de tono y proclive al canto gregoriano, Susan anda de puntillas para acercarse silenciosamente al amor sexual, que tanto necesita siempre. En celo, enorme de tetas, elástica de estilo y cubierta de oro a borbotones, tantea a los machos de la manada esperando una respuesta de inmediata erección, sin cortejos ni entretiempos.

Susan, en un rincón de El Guacamayo Azul, frente a su vaso, aunque parezca que duerme, en realidad sueña. Sueña que te lleva abajo, a su casa junto al río. Persianas bajas. Párpados cerrados. Rayitos de luna perdidos bañan la casa del río. Con olor a hierba. Con ecos etílicos.

En la casa del río huele a jazz. A jazz, a bourbon y a mississippi. El saxo de Ben Webster que suena como ninguno, suena mejor en la casa del río.

Ahí están, sí. Ahí ve a los tres. Como en los mejores tiempos de El Guacamayo Azul, igual. Pero mejor aquí, en la casa del río, cerquita de mí: Paxton, el reverendo Brown y Maxwell, mi Maxwell.
(de El Guacamayo Azul)

viernes, 21 de noviembre de 2008

Narciso y sus sorprendentes "Parejas"

Si queda algo literariamente sorprendente por descubrir son las "parejas" de Narciso. De Narciso de Alfonso.

Por ejemplo:

Los paisajes de aluminio, el agua sucia, los cristales rotos. Hay algunas pasiones que no se pueden controlar, que son más propias que el propio corazón. La lluvia. El otoño que pudre las hojas. Y la noche, la noche húmeda, llena de gusanos. La destrucción, cualquier forma de destrucción, dios mío. Destruir, observar algo que se destruye, participar en destrucciones y derribos. Deshacer el peinado de la hermosa muchacha con la que hemos salido a cenar, sí, se ha peinado para nosotros durante horas, y nos deja deshacer su peinado, desordenar su cabello castaño, darle de beber en la boca. Nos deja desnudarla rompiendo el vestido negro, rasgando la tela. El agua sucia, nutritiva y venenosa, ácida y pestilente, llena de materias orgánicas en descomposición, sí, volver al agua sucia, volver al origen. Ay, Década, cuánta desolación, qué belleza.
- Los cristales rotos, sí, romper los cristales de la casa, esparcir la esponjosa tierra de las macetas, tronchar los tallos de las flores, mancharse la boca de barro, masticar las hojas que el otoño pudre, beber agua sucia. Destruir, sí, derribar una escuela, un invernadero, una farmacia. Ay, Misterio, qué pasiones, qué placer.
- Quedarse agotado y estúpido después de romper la estructura, la forma de un cuerpo humano perfecto. Rasgar la piel, quebrar los huesos, morder las vísceras, ensangrentarse. Machacar los pétalos de una flor, borrar el maquillaje, el rimel negro y llorado que recorre la cara, hasta la boca. Sí, el llanto de una mujer. Romper las puertas, chapotear en el agua sucia de la cloaca, destruir la belleza de una mujer. Raquel, muérdete los labios hasta sangrar y bésame. Dévora, suéltate las trenzas y mánchate de ceniza, de barro, de sangre. Cris, rompe los cristales de la ventana y córtate la lengua. Ay, Década, la destrucción y el placer.
- La lluvia nocturna, la lluvia sucia, la lluvia caliente. Llueve de noche sobre la flor destruida, el agua de la lluvia arrastra su sangre. El agua sucia nos lava, la destrucción nos fortelece, poseemos la belleza entre sangre y tierra, de noche, lloviendo. Un beso lleno de tierra ensangrentada, entre flores rotas. Son los alrededores de la muerte, los arrabales, las afueras, allí donde la muerte comienza, allí donde la muerte y el amor se confunden, se exigen uno al otro. Ay, Misterio, la muerte puede ser apasionada y hermosa, llena de amor.
- Sí, uno quiere ser la muerte, hacer el trabajo de la muerte, destruyendo la belleza, derramando sangre. Destruir la forma, mezclarse con la tierra, entre agua sucia, con lágrimas, lloviendo.

Más cosas de Fabiola

Estoy en una delgada línea que separa lo increíble de lo real

(Contundente, digo yo).

El humor de JAVI

Javi. ¿Javi? ¿Quién es Javi?
Javi es poesía, filosofía y humor.
Javi, entre otras muchas cosas que iré descubriendo, es...
Javi es esto:








miércoles, 19 de noviembre de 2008

Los altos campanarios del mar


Narciso de Alfonso me abrió universos nuevos con cosas como esta:


Los altos campanarios del mar

Me gusta contemplar los altos campanarios del mar, Ignacio de Azevedo, escuchar el húmedo sonido de sus oxidadas campanas. Desde el delta del Ebro puede verse el campanario de la iglesia de Santa Verónica de Binasco, todavía blanco, aunque en la cara norte las algas trepadoras han alcanzado ya el pararrayos y las gaviotas anidan en sus tejas rojas. Es un campanario esbelto y altísimo; con los prismáticos aún se pueden leer algunas de las inscripciones que dejaron los devotos fieles del siglo doce: ama y haz lo que quieras; Jesucristo perdonó a la adúltera; viva san enrique de osó y carvelló, fundador; bebe vino del priorato.

Barceló y la "action painting"


Muy interesante la opinión de Pepe Cerdá (en la foto) sobre la "inversión" que nuestro Gobierno ha hecho en plena... ¿"crisis"?

Extraigo algo. Pero en su blog (ver al margen izquierdo) la encontraréis completa:

Ando anonadado por la unánime opinión en la prensa de que Barceló acaba de concluir”La Capilla Sixtina del siglo veintiuno”. Hace unos días junto con el ministro Moratinos (que es el que la ha pagado) se presentó la magna obra. Como prueba de su valía dijeron que se habían empleado treinta y cinco mil kilos de pintura. El pintor de Mallorca al referirse a su antecesor; es decir al pintor que pagado con pasta española (al igual que él) decoró la sede de la Sociedad de Naciones, que era como se llamaba la O.N.U entonces, allá por los años treinta: José María Sert, se permitió la gracia de decir que aquél, que Sert, pintaba con “mierda y oro”. Simpático con el antiguo colega, ¿no?. Lo que no especificó es cuantos kilos de oro y de mierda empleó su antecesor para realizar su mural.
(...)
La action painting o pintura de acción es aquello que hacía Pollock echando churretes de titanlux sobre la tela extendida en el suelo. Como le hicieron muchas fotos, era americano, el país que entonces, años cuarenta, estaba ganando la guerra mundial, con gran parte de los artistas europeos exilados en Nueva York aplaudiendo su gracia por respeto a los anfitriones que les ayudaban, pues se hizo muy famoso

La prosa poética de Fabiola


Fabiola ronda los veinte. Estudia. De vez en cuando trabaja. Escribe, compone e interpreta sus propias canciones. Además pinta reproducciones como la de Los paraguas de Renoir que veis. Pronto -me dice- abordará imágenes propias (cosa que espero impaciente).
Bueno, pues hace ya algún tiempo escribía cosas como esta.
(A ver qué os parece).

Soy la diferencia entre lo que dices y lo que haces, entre lo que tienes y lo que anhelas, entre la vigilia y el sueño, entre tus ojos y tus manos, entre lo que esperas y lo que tendrás, entre lo que recuerdas y lo que desearías olvidar, entre el ayer y el mañana.

Soy la duda de que no sepas quién soy, las miradas que no aguantas, las noches que se escapan. Soy hielo. Soy mar. Soy calma. Soy yo.

Soy tus alas cuando has caído y tu amarre al suelo cuando vuelas demasiado alto, porque soy lo inmortal que hay más allá y tu motivo para volver a pisar el suelo.

¿Aún piensas que no me conoces?

¿Se puede saber más de mí?

martes, 18 de noviembre de 2008

Poema


El desnudo de Berta

Del bar subía el humo de las farias
Y cierto aroma encendido a café
Que, al compás de un desgastado cuplé,
Comprometía gestas tranviarias.

También llegaban voces fraccionarias
Con risas e insultos y algún olé.
Y el chirriar de la puerta demodé
De un estanco con miras literarias.

Mas sólo un haz de luz en nuestro cuarto.
La deslustrada ventana entreabierta.
Los pies en la vieja estera de esparto.

Y entre la sombra y los ruidos, alerta,
El prodigio del rayo estalló harto,
Irradiando en flash tu desnudo, Berta.

domingo, 16 de noviembre de 2008

El Adriática Building (I)



Bermúdez, al que llaman el fariseo porque viste de faraón, afronta Conde Aranda con sólido monólogo.
En el Coso fija su mirada en el edificio Adriática, frente al hotel Oriente y a los restos de la vieja sala de cine. El Adriática, piensa, es como los primeros rascacielos de Nueva York pero en miniatura. Como un fragmento del Manhattan de MacCarthy en Zaragoza. Lo ve en blanco y negro y le llama Adriática Building.

-A ver, Larrode, qué, cuándo coño arreglamos el negocio ese.
-Usted dirá, Bermúdez.
-¿Qué tal mañana?
-Bueno.
-A las nueve tengo una reunión en el Adriática Building. En cuanto acabe, echamos un cafelito en el Savoy y le damos carpetazo, ¿ok?

Un día, Bermúdez vio salir del Adriática Building a Cary Grant. Cruzó el Coso hacia la droga Alfonso. Caminaba rápido. Semblante preocupado, traje gris de ralla diplomática y sombrero a juego. Un lucky strike en la mano izquierda y la derecha en el bolsillo. Pero no pudo abordarlo porque se adelantó una muchacha.

-Mr. Grant, ¿puedo ayudarle? ¿Conoce La Seo...?
-Sorry, carita de mono, llevo prisa, thanks.

Entró raudo en uno de esos taxis amarillos que Bermúdez ve a veces por el Coso, rápido siga a ese coche, y el yellow cab desapareció por César Augusta hacia las murallas.

(Por el East River y el Bronx
había sirenas que cantaban un blues,
poderosas caderas,
flotantes cabellos.

Por el East River y el Bronx
las secas hojas de otoño
derraman hilos de arena)


La única vez que Bermúdez vio un yellow cab libre, una madrugada de invierno, nevadita, crepuscular nevadita, así, en un plisplás, lo paró y le dijo al chauffeur, en tono bogart:

-Muchacho: dame una vuelta por el Upper East Side.

Y el chauffeur le explicó que una vez había paseado por Zaragoza a Cary Grant. Lo había cogido en Park Anevue. Se dirigían a la Estación Central, pero unas obras les obligaron a tomar la 53 hacia el Hudson. Y de repente, en lugar del Hudson, con la Expo toparon a orillas del Ebro. El Grant alucinó por el verde telecabinar y luego, ya en el Coso, confundió el Adriática Building, con un rascacielos de Chicago. Subió veloz a la décima planta porque trabajaba allí la única novia de su juventud. Ya en el ascensor comprobó su error: aquello no era Chicago. Miró el reloj. Recordó que a las 4 pm tenía una cita en el Chrysler. Bajó, y paró un taxi junto al cine Coso.

Al cruzar, una muchacha lo abordó:

-Mr. Grant, ¿puedo ayudarle? ¿Conoce La Seo...?
-Sorry, carita de mono, llevo prisa. Thanks.

Entró en el carro y salió en estampida hacia el Ebro. El Ebro se convirtió en Hudson, la Expo en Broadway y el Pilar en Sant Patrick. Y ya, desde allí, vuelta atrás: enfilaron la 43 y en un momento se plantó en el Chrysler. Miró el reloj: las 4 pm.

Bermúdez sabe que algunos taxis neoyorquinos se pierden entre sus calles y luego aparecen por la orilla del Ebro. Lo malo es que siempre van ocupados y no para ninguno. Bermúdez, al que llaman el hebreo porque viste de faraón, también vio una vez a Glenn Ford abofeteando a Rita Haywort junto a la droga Alfonso. En el Coso.
(Extraído de El Guacamayo Azul)

El Adriática Building (II)


Bermúdez y Conde Aranda, Conde Aranda y Bermúdez. Al Bermúdez le llaman el hebreo porque viste de faraón.

Bermúdez...

Bermúdez por Conde Aranda... Por los adoquines de un gris frío, de un gris azulado. Azul postguerra. Gris hambriento. Por el tibio carmín de asfalto que apenas cubre los raíles, las vías, las consignas de un tranvía letal. Por la verde fragancia del cambio, de una esperanza arcillosa. Por entre las parduscas entrañas de una libertad desnuda que muestra sin pudor todas sus vergüenzas, todo su pasado, para luego cubrirlo con aceras regulares, poligonales, rectangulares, anchas aceras de insípidas formas, ocultarlo con la sombra oscura de monstruosas farolas, adornarlo con palmeras lejanas, adelfas de vivero y anodinas papeleras. La libertad desnuda de uniforme gris. Pero algo está cambiando en Conde Aranda, algo tiene que cambiar. De momento, el gris se torna acuarela. Las rectas se tuercen. Las curvas se enderezan. Lo regular rebosa. Lo que siempre había sido blanco ahora es multicolor.

(extraído de “El guacamayo azul”)

sábado, 8 de noviembre de 2008

Tercer soneto...


¿Qué demonios hacía James Dean aquel frío invierno en la plaza de San Felipe...?

el verso más triste

Buscarás el verso triste en alud
Para su umbrosa efigie del andén.
La silueta turbia en fresa satén.
La mirada quebrada en lasitud.

Estalló el limonero plenitud
Y te arrancó a golpes de tu edén
Agitándote el tren con tal vaivén
Que la perdiste entre la multitud.

Llora, escupe el poema más amargo
Lejos ya del provechoso hontanar.
Pues capaz eres, aun con tanto embargo,

Recordando el adiós crepuscular,
De arrancar a tu musa del letargo
Y la antigua herida, al fin, estancar.

La eficaz comunicación


(El Comarcal del Jiloca, 14/11/2008)

Que nuestra juiciosa Reina debe estar callada, parece lo más prudente. Que verdaderamen-te haya dicho según qué cosas, permítanme dudarlo. Máxime por voz de una periodista que me merece escasa confianza. Pero es que, aun de ser cierto, bien podría perdonársele a la Reina un desliz en su luenga y ejemplar trayectoria. (Los monarcas de hoy ya no tienen sangre azul).

Ahora bien, que al pan deba llamársele pan y al vino vino me parece el imperativo categórico más vulnerado por nuestros políticos. Que llaman al trasvase: transfusión, reasignación del uso del agua, captación de aguas y hasta tubería; al Constitucional: “tribunal”; a la Corona de Aragón: Confederación catalano-aragonesa; a los reyes de Aragón: reyes de Cataluña; a quien discrepa argumentando: fascista; a Otegui: hombre de paz; al eslogan: argumento; al cambio de sexo: reasignación de sexo; a un vil atentado: accidente, y a la unión de homosexuales –legítima por lo demás-: matrimonio... Retroceso mental y cultural de peligrosas consecuencias.

Pues bien: la lengua, por mucho que se empeñen algunos, es un instrumento imprescindible para el desarrollo humano. De forma que si empezamos a simplificar llamando a las cosas no por su nombre sino por otro o a todas por el mismo nombre, desharemos el largo camino andado por el homo sapiens.

Malo es que la cultura de la imagen nos empobrezca porque devalúa la comunicación humana a cotas irracionales (léase: animales). Pero si a un banco, una silla, un sillín, una banqueta, un taburete un escabel, una grada, un banquillo, una mecedora, un sillón, un orejero, una peana, un asiento, un sofá, un diván, un canapé, un confidente, un trono, un escaño... si a todo ello le llamamos simplemente “asiento” empobrecemos nuestra comunicación, Y si al taburete le llamamos trono la destrozamos. Y una comunicación adulterada no es eficaz. Y si no es eficaz, retrocedemos y nos animalizamos (también habrá que pedir perdón a las sociedades defensoras de los “derechos” de los animales).

El hombre se ha alejado del animal por la eficacia de sus comunicaciones. Y la comunicación no sólo es fruto de la inteligencia sino también causa de ésta porque al comunicarnos crecemos intelectualmente. Además, un “concepto” no es una tontería circunstancial, sino el sedimento de experiencias y reflexiones que los pueblos han ido acumulando.

Conclusión: una unión entre homosexuales no ha sido, no es, ni será, un matrimonio. Regúlese, otórgenle cuantos derechos sean necesarios, (faltaría más). Pero no le llamemos “matrimonio”, porque nos empobrecemos. “Matrimonio” no es sólo una palabra. Es un concepto.

Ahora insúltenme: ¡facha! Pero reflexionen: en California, tradicional paraíso gay y decisivo cuando en mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud excluyó la homosexualidad de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud, no sólo ha elegido en las últimas elecciones a un respetable “negro” (qué cosas, hacía tiempo que no se empleaba la palabra “negro” para designar a un “negro” –al final lenguaje y verdad se imponen-), bueno, pues en California, digo, en estas mismas elecciones han votado NO a los denominados “matrimonios” gays.

Admito contra-argumentos, refutaciones, objeciones, impugnaciones, réplicas, oposiciones, respuestas, contestaciones, divergencias, discrepancias, disconformidades... Pero, por favor, no me vengan con eslogans y frases hechas que, porque salgan de bocas supuestamente progresistas, se toman como verdaderos axiomas, aforismos, máximas, adagios, sentencias, proverbios o apotegmas.

A propósito: tampoco confundamos al homosexual con aquellos que dan a los muchachos “gotas de sucia muerte con amargo veneno” Me refiero a los “Faeries de Norteamérica, Pájaros de la Habana, Jotos de Méjico, Sarasas de Cádiz, Ápios de Sevilla, Cancos de Madrid, Floras de Alicante, Adelaidas de Portugal”, que refiere Lorca, admirado poeta homosexual y universal cuyos restos quiere desenterrar un mal llamado “juez”. Yo me conformo con desenterrar su poesía, su belleza y su verdad.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Presentación: Primer soneto. Primera fotografía






Tu vuelo

Cuando bajo la lluvia en la mañana
Del estanco regreses mustia y gris,
Emborrachada de cielo en un tris,
No culpes injusta a mi voz mediana.

Y cuando a la noche vuelvas liviana,
De urbe ahogada como de hachís,
Envuelta en los colores del parchís,
A mi paleta no acuses tirana.

Pues si tu vuelo cruza otros mares
De luces y semáforos labrados,
Regresando a olvidados altares

Que los dos creíamos superados,
Signo es de que vas por otros lares
De vastos ríos para mí odiados

Canción de Otoño


Canción de otoño

(El Comarcal del Jiloca, 31/10/2008)

Con el otoño, Laura (la sonrisa ancha, la lluvia en el pelo) vuelve a pasar cada mañana junto a mi barricada para llevar a Tono al colegio. Octubre ha llegado moroso pero con un feroz nubarrón negro y tétrico que amenaza con destruirlo todo. Triste presente el que alberga un futuro incierto.

Laura es hermosa: tiene la belleza de la serenidad clásica. Es culta: atesora el conocimiento de todo lo humano porque nada humano le es ajeno. Feliz: su sonrisa abarca los infinitos paisajes del paraíso perdido. Es también inmortal, pues su corazón encarcela las más sublimes esencias del eterno femenino. Laura, en fin, es etérea, cendal flotante, bruma leve. Su espíritu pertenece al culto de lo cierto, lo veraz, lo digno y lo bello.

Pero este otoño su mirada carece de la luz habitual. Y, qué cosas, la veo más hermosa. Quizá porque esa sombra de tristeza realza la gravedad de sus clásicas facciones. Quizá porque un atisbo de languidez vela tanta perfección y al humanizarla la exalta.

Laura estudió filosofía y se interesó por la historia. Ahora ve algo que parecía imposible: un nuevo y fuerte intervencionismo estatal nada menos que en Estados Unidos. Y recuerda cuando leía y profundizaba en aquellas fuertes medidas de Roosvelt en 1933 -el New Deal- para intentar superar los manotazos del crack del 29. El panorama tétrico en que los felices 20 terminaron. El hambre, la depredación y el suicidio. Y todo lo compara con lo que vivimos ahora. Hasta la alegría idiota de los 90 es comparable –en realidad superior- a la locura de los 20.

Laura, cabizbaja, camino del colegio, aprieta con especial fuerza la manita de Tono. Y piensa si hizo mal cuando, por dignidad, con un punto de orgullo, rechazó una propuesta para entrar en política. Era muy joven y era también tan pura como ahora. Bueno, un par de diferencias: Tono no estaba aún ni cabía en la cabeza de nadie una crisis tan fiera como la actual. ¿Hizo mal? Superficialmente tiende a contestar que sí. Pero a poco que profundiza la dignidad se impone.

Ahora se inyecta dinero público en la banca. ¿Hasta los neoconservadores, los neoliberales, se han vuelto intervencionistas? Si la banca cae, si el poderoso se derrumba, se derrumba el sistema. Si el que cae es el vecino de la esquina o cincuenta o quinientos o cinco mil vecinos, el sistema ni se inmuta. Está claro: sistema y poder son lo mismo. Conclusión: nada más revolucionario ahora que la no intervención. Por eso los neocons optan por ella. Pero y nuestro gobierno tan de izquierdas, tan antiyanqui, tan antineocón, tan anticlerical, ¿no debería, precisamente ahora, optar por algo tan revolucionario como la no intervención?

Vendidos, son todos unos vendidos que se aferran al sistema. Ahora los bancos, los mismos bancos que embargarán nuestras viviendas, se están salvando con nuestros impuestos. Los nuestros, sí, los de sus víctimas.

Laura esta triste. Laura tiene un trabajo y una pequeña hipoteca. Pero si el trabajo falla fallará la hipoteca. Y si la hipoteca falla el banco, vivo gracias a los impuestos de Laura, la perseguirá hasta la extenuación.

Pero da igual. Para el hombre culto siempre hay más posibilidades, otras esperanzas. Al hombre culto es más difícil engañarle. Es más difícil exterminarlo. Porque el hombre culto atesora principalmente una enorme riqueza espiritual que jamás podrán quitársela los fuertes. El pobre ignorante que sólo tiene patrimonio material y se cree con él el rey del barrio ignora que es la víctima más fácil de la voracidad del sistema, ese sistema al que apoya y al que se agarra en un ritual imbécil y suicida.

Laura es hermosa. Cultamente hermosa. Y eso es inembargable.

(31/10/08)

Soneto (2)




Tu cuerpo

Tu cuerpo, ígneo papel de fumar.
Pluma azul en aura flotando leve.
Cenefa en tul de exquisito relieve.
Sutil reflejo de rayo lunar.

Y tu piel, floresta crepuscular.
Sombra calada de atardecer breve.
Pétalo errante perfumado en nieve.
Furtiva ráfaga canicular.

A tu cuerpo voy, de tu cuerpo vengo.
Y amarrado al calor de tus turgencias,
En tu cuerpo estoy y a él me atengo

Hurgando tu verdad en tus cadencias,
Avivo el gozo apagando el fuego.
Suspirando amores. Sin estridencias
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